domingo, 18 de diciembre de 2011

Argentina muestra como salir del fondo(1)


Como ocurre en la actualidad en la Unión Europea (UE) y Estados Unidos, hace una década Argentina también era un hervidero, con las calles de sus principales ciudades cubiertas de manifestantes que decían "basta" a su dirigencia. Entonces, otra historia comenzó a escribirse.

Las protestas del 19 y 20 de diciembre de 2001 en Argentina, que dejaron 40 personas muertas y varias heridas, fueron el corolario de una prolongada recesión y del endeudamiento público que derivó en la quiebra económica y el consecuente crecimiento de la desocupación y la pobreza, que llegaron a ser las más altas de su historia moderna.

"Aquella crisis fue el resultado de las políticas de ajuste que recetaba el FMI (Fondo Monetario Internacional) en los años 90, que son las mismas que hoy están llevando a Europa a la situación en la que está", aseguró la socióloga Norma Giarraca.

Giarraca es parte del equipo del Instituto de Investigaciones Gino Germani, de la estatal Universidad de Buenos Aires, y es autora del libro "Tiempos de rebelión: ¡¡Qué se vayan todos!!", en el cual analiza el movimiento social surgido al calor del colapso económico, social y político de 2001.

La grave situación, que siguió a tres años de caída del producto interno bruto, fuertes recortes fiscales y un creciente endeudamiento, llevó a la renuncia en diciembre de 2001 del gobierno del centrista presidente Fernando de la Rúa a la mitad de su mandato de cuatro años, y le siguieron cuatro mandatarios interinos designados en 10 días.

Mientras, la pobreza había alcanzado a más de 52 por ciento de los 37 millones de argentinos de entonces y el desempleo trepó a más de 24 por ciento de su población económicamente activa. También los aeropuertos se llenaban con emigrantes, especialmente de jóvenes.

Así, las protestas no reconocían clases sociales: los sectores medios y medios altos reclamaban por sus ahorros atrapados en los bancos por decisión gubernamental, en lo que se llamó el "corralito financiero", y los más pobres saqueaban comercios de alimentos para poder sobrevivir.

Finalmente se declaró el cese de pagos de la deuda, ante el pánico de operadores financieros de adentro y de afuera del país, y el presidente designado por el parlamento, Eduardo Duhalde, impulsó la derogación de la Ley de Convertibilidad, que por casi una década mantuvo atado el tipo de cambio de un peso argentino por cada dólar.

La devaluación de la moneda y la reestructura de la deuda, tras un muy exitoso canje de títulos del Tesoro con grandes quitas de capital y vencimientos prorrogados a plazos manejables, dieron pie a la recuperación del país desde 2003, cuando asumió la Presidencia por cuatro años Néstor Kirchner, el líder del sector centroizquierdista del Partido Justicialista (peronista) fallecido a fines del año pasado.

Desde entonces, la economía argentina crece casi sin pausa entre siete y 10 por ciento anual, salvo en 2009 cuando sólo fue de 0,9 por ciento debido al impacto de la crisis económico-financiera nacida el año anterior en Estados Unidos.

Ese desempeño económico y variados planes sociales implementados por Kirchner, primero, y desde 2007 por su sucesora y esposa, Cristina Fernández, abatieron los indicadores de pobreza y desempleo a valores menores de 10 por ciento.

La socióloga Giarraca explicó que Argentina "está mejor", porque hubo "un manejo correcto de las variables económicas" favorecidas por el alza de los precios internacionales de productos básicos, que son lo que más exporta el país.

En cambio, según su análisis, en el plano político, no hubo el progreso reclamado. "El hartazgo contra los políticos, que se expresaba en las calles bajo la consigna ‘que se vayan todos’, pretendía una renovación que no se logró", señaló.

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