viernes, 24 de julio de 2015

Computadoras portátiles: igualdad en escuelas de Argentina(1)

El programa "Conectar Igualdad" es promovido en todas las escuelas primarias de Argentina. 
Las vitrinas del Colegio Nacional Rafael Hernández, en la ciudad argentina de La Plata, cuentan el pasado de un adusto edificio neoclásico. Pero sus aulas reflejan la era digital, gracias a las computadoras de un programa gubernamental de inclusión social para el alumnado de centros públicos.
Hay alegría y bullicio durante la clase de primer año sobre formación visual, aunque los estudiantes estén concentrados en la realización de un cortometraje computarizado que, nacido a partir de las majestuosas escaleras del colegio, busca reflexionar sobre la habitualmente traumática experiencia de pasar de la escuela primaria a la secundaria.
“Aquí confluyen chicos de muchas escuelas primarias diferentes. Lo que enfaticé es como acompañarlos mediante la imagen y la metáfora que el arte puede propiciar, en la transformación que están viviendo”, explicó la profesora de la materia, Graciela Fernández Troiano.
 “Cuando llegamos a esta escuela uno no conocía a nadie. Con este proyecto comenzamos a conocer gente, a tener amigos, porque trabajamos en grupo”, acotó el alumno Giancarlo Gravang.
Los alumnos de 12 y 13 años de esta clase sacaron fotos de pies y escaleras con sus computadoras portátiles o teléfonos celulares, las digitalizaron y animaron, gracias al programa  Conectar Igualdad, coordinado por la Administración Nacional de Seguridad Social.
Desde 2010, se han distribuido 5.1 millones de notebooks (como comúnmente se llaman en el país las computadoras portátiles, también conocidas como laptops) a todos los alumnos y maestros de las escuelas secundarias, de educación especial y de los institutos estatales de formación docente.
Las computadoras, conectadas a Internet, se usan en todas las materias, en la escuela y en casa.
“Podés hacer mejor las tareas y buscar más cosas”, destacó la estudiante Lourdes Alano.
En el proyecto de “Escaleras transformadoras”, Fernández Troiano las vincula por ejemplo a  obras de arte como las escaleras infinitas del pintor  holandés Maurits Cornelis Escher, más conocido como M.C. Escher, o al cuento del argentino Julio Cortázar titulado “Instrucciones para subir una escalera”.
“El hecho de salir del aula, usar la computadora y estar en otro lugar del colegio, al contrario de lo que yo pensaba que hubiese sido un factor de distracción, los concentró en el trabajo. Rompió la rutina de estar sentados. La inclusión de la tecnología y del espacio hizo que trabajaran mucho más”, observó.
Iniciativas creativas como las de esta profesora, que integra disciplinas diversas, es un modelo para los gestores del programa de cómo el acceso a la computadora es una potente herramienta pedagógica, como comprobó IPS durante la jornada que pasó en la sede del colegio, construida en 1884, en esta ciudad a 52 kilómetros de Buenos Aires.
Silvina Gvirtz, directora ejecutiva de Conectar Igualdad, explicó que el programa nació por decisión de la presidenta Cristina Fernández, a partir de una política educativa integrada que desde en 2006 convirtió en obligatoria la educación secundaria, que concluye a los 18 años.
“Surge como una herramienta didáctica que permita mejorar la calidad de la enseñanza y por lo tanto de los aprendizajes”, precisó.
Pero el programa no se limita a distribuir portátiles.
“Lo que intenta es reducir la brecha digital entre quienes tienen acceso a la tecnología y no lo tienen, cumpliendo un primer objetivo de justicia social, y el segundo objetivo, igualmente o más importante, es mejorar la calidad educativa”, destacó Gvirtz.
“Todo adolescente tiene su computadora, no importa donde viva, de donde provenga, Además crea cambios en la familia, puede ser a veces la única computadora familiar, significa el acceso de todo su núcleo a la informática e Internet”, reflexionó el especialista en ciencias de la educación, Daniel Feldman.
“Solo ese hecho genera un efecto compensador”, dijo.
Para este profesor de didáctica y curriculum de la Universidad de Buenos Aires, las brechas están en otro lado, no se resuelven sólo con dar la computadora pero está claro que alivia las desigualdades”.

Lea Huayra, Página 2.


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