viernes, 24 de julio de 2015

Computadoras portátiles: igualdad en escuelas de Argentina(2)

Una estudiante busca un par de anteojos para ponerselos a la mujer en la laptop. 
Lea Huayra, Página 2.
Desigualdades como la del estudiante Ezequiel Zanabria ahora “feliz” por tener una “computadora propia” con “todas mis cosas ahí”, o la de Esteban López que orgulloso le enseña a su mamá como usarla.
Es que, según Feldman, hay también efectos “subjetivos”: el reconocimiento de “un derecho y de un sentimiento de dignificación”, que a su vez “genera otros mecanismos de  integración y participación social”.
“Es muy lindo ver a los chicos a la entrada de la escuela sentados en largas filas en las veredas todos con sus notebooks. No importa si están estudiando, jugando, chateando, pero están teniendo acceso a eso, que es un primer gran cambio”, destacó.
Cada unidad incluye contenidos y aplicaciones pedagógicas.
“En vez de los tradicionales dibujitos en el pizarrón, con un programa que desarrollamos, vemos como los átomos se entrelazan y se transforman en moléculas…. En una escuela de danza, algunas chicas filmaban con sus notebooks mientras bailaban, para analizar que errores habían cometido”, ilustró Gvirtz los muchos usos de la herramienta.
“La computadora no remplaza la experiencia directa de un museo, pero indirectamente permite el acceso a fuentes históricas, científicas, imágenes, películas, no solamente educativas sino con contenido educativo… basta con acceder a los canales comunes para tener una cantidad enorme de información”, aclaró Feldman.
Conectar Igualdad impulsó la industria informática nacional. Se abrieron 10 fábricas que producen las computadoras y en cada licitación se exige que haya más componentes nacionales y mejoras tecnológicas, como mayor memoria y definición de cámaras de video, destacó Gvirtz.
Huayra,  el abierto sistema operativo basado en Linus que fue creado para el programa y está cargado en las computadoras junto a Windows de Microsoft, fue desarrollado  localmente y a diferencia de los que son cerrados, se puede modificar y mejorar, señaló.
“Cuando se decía que cada alumno tendría su notebook, nadie lo creyó y dijeron que sería el día que las vacas vuelen”, recordó la alumna María Elena Davel.
Pero la vaca alada, hoy logotipo de Huayra, ya vuela y pretende volar más. El próximo paso es incorporar una materia de “programación” en las escuelas.
“Esto es clave porque nosotros queremos tender a la soberanía tecnológica”, enfatizó Gvirtz. “Queremos formar productores de tecnología y consumidores inteligentes de tecnología”, acotó.
La formación de esos nuevos consumidores, se promueve grupalmente y con acompañamiento del profesor, por ejemplo “filtrando” la información que circula en Internet, resaltó Feldman, al comparar ese proceso con el tradicional “cortar y pegar”.
Las computadoras se entregan a los alumnos mediante un contrato de comodato con sus padres y, definitivamente, cuando finalizan sus estudios.
Un desafío es capacitar y adaptar a los profesores a esta nueva cultura pedagógica digital, en este país de 42 millones de personas, donde según datos oficiales el sistema educativo brinda servicio a casi 12 millones de estudiantes.
“Es como pasar de la pizarra con tiza en manos de cada alumno al cuaderno escolar y lapicera. También hubo un cambio tecnológico escolar y hubo que adaptarse a eso”, recordó  Feldman.
“Esto llegó para quedarse. Todos vamos a tener que adaptarnos y aceptar que esto traerá cambios en los formatos pedagógicos”, sintetizó


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