Residentes de Buenos Aires se lanzaron a las calles en pro de esclarecer la muerte del fiscal Alberto Nisman. |
Nisman, Página 2.
“La causa AMIA tiene un problema originario:
con Carlos Menem de presidente (1989-1999). El estado no investigó a fondo el
atentado en los primeros días, y además las complicidades por negocios
laterales de las fuerzas de seguridad dificultaron una pesquisa seria”,
reflexionó Granovsky.
La presidenta planteó esa hipótesis, en su
primer pronunciamiento sobre la muerte del fiscal, a través de Facebook, al
subrayar que ocurrió “sugestivamente”, cuando está a punto de iniciarse el
juicio por el encubrimiento del atentado, en el que están involucrados Menem, y
un extitular de inteligencia, entre otros.
“Queremos saber qué hecho o que sector mafioso
llevó al señor fiscal Nisman a tomar la determinación que tomó”, enfatizó el
presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, del gobernante
Frente para la Victoria.
“Tenemos la certeza que hay sectores de la
inteligencia, último reducto donde aún no ha podido llegar la democratización,
que buscan crear síntomas de inestabilidad y presionar a jueces”, continuó.
En diciembre, el gobierno destituyó como
director de operaciones de la Secretaría de Inteligencia a Antonio “Jaime”
Stiuso.
Eran notorios los vínculos entre Stiuso y
Nisman y, según trascendidos gubernamentales, habría sido el ex-espia quien
hizo volver anticipadamente, en medio del descanso judicial, al fiscal de sus
vacaciones en Europa, para presentar la denuncia, que iba a detallar en el
parlamento el lunes 19.
Nisman fue nombrado como fiscal especial de la
causa por el fallecido presidente Néstor Kirchner (2003-2007), antecesor y
marido de la presidenta, recordó el diputado Néstor Pitrola, del Partido
Obrero, que integra el opositor Frente de Izquierda. Pero “un giro político
colocó una guerra interna en la justicia y en los aparatos de inteligencia”,
dijo.
Para Pitrola la muerte del fiscal puso en
evidencia un “Estado de inteligencia dentro del Estado”.
“Tres
semanas antes de esta denuncia de Nisman se descabezaron los servicios de
inteligencia, en beneficio de una nueva camarilla de inteligencia, que comanda
(César) Milani, un represor de la dictadura cuestionado en la justicia”,
aseguró.
Atilio Borón, exsecretario del Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales, opinó que esta muerte perjudica
especialmente al gobierno, el principal interesado en probar la inconsistencia
de las pruebas de Nisman, en un año con elecciones presidenciales y
legislativas.
“Era un hombre que estaba muy entremezclado
con los servicios, gente con la cual no se juega. No se juega con la CIA
(Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos), no se juega con la Mossad
(servicio secreto israelí). Recibía instrucciones de ellos, están los cables de
Wikileaks, que no han sido nunca desmentidos”, recordó.
Para Borón, tampoco hay que descartar el
contexto internacional “de lo que algunos llaman la Gran Guerra de
Occidente contra el Islam”.
En esa línea, el periodista del opositor
diario Clarín, Gustavo Sierra, se refirió a “especulaciones de la inteligencia
internacional”, sobre el papel que agentes iraníes o sus aliados pudieran haber
tenido en la muerte “inducida” del fiscal, porque perjudicaría sus intereses.
“¿Pudo la inteligencia iraní haber inducido al
suicidio de Nisman a través de la amenaza de que iban a matar a una de sus
hijas que vive en Europa? ¿Tenían alguna información demasiado comprometedora
que involucraba al fiscal? ¿Lograron penetrar la barrera de seguridad de la
torre de Puerto Madero con algún agente que haya conseguido disimular el
suicidio sin ser detectado?”, se preguntó.
La trama es demasiado compleja y ni el
misterio que la originó ha sido resuelto: quién fue el responsable del atentado
más grave sufrido por Argentina, en una historia que Fernández calificó
como “demasiado larga, demasiado pesada, demasiado dura, y por sobre
todas las cosas, muy sórdida”.
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