sábado, 21 de diciembre de 2013

Argentina: inversión y deserción universitaria(1)


De las 47 universidades estatales y gratuitas existentes en Argentina, nueve se crearon en la última década con el fin de mejorar este tipo de oferta educativa en zonas populosas y de bajos recursos. A pesar de esta expansión y de estrategias de apoyo, la deserción es difícil de detener.
Uno de los resultados de esta política inclusiva hacia amplias capas sociales es que “80 por ciento de los nuevos estudiantes son primera generación de universitarios en su familia”, dijo el secretario de Politicas Universitarias del Ministerio de Educación,  Martín Gill.

La referencia es a las nuevas universidades que se asientan en Avellaneda, José C. Paz, Merlo, Moreno y Florencio Varela, que están entre los distritos con más población y mayor cantidad de hogares obreros y de menores ingresos del cinturón contiguo a la ciudad de Buenos Aires.
Las otras cuatro fundadas en los últimos 10 años, que corresponden a los períodos de gobierno de los centroizquierdistas Néstor Kirchner (1950-2010) y su esposa Cristina Fernández, están ubicadas en las provincias de Chaco (nororiente), Río Negro (sur), San Luis (oeste) y Tierra del Fuego (extremo sur), donde hasta ahora no había ninguna universidad pública.
“La educación universitaria es un derecho y el Estado debe garantizarlo”, remarcó Gill.
Esa política, añadió, se complementa con una mayor oferta de becas. “Si bien nuestras universidades estatales son gratuitas, durante mucho tiempo solo llegaban a ellas los que vivían más cerca de sus sedes y tenían las mejores condiciones socioeconómicas”, precisó.
El total de becas que el Estado paga a estudiantes de escasos recursos aumentó de 2,000 a 47,000 entre 2003 y 2013 y actualmente la mitad está orientada a aquellos que elijan entre 200 carreras científicas y tecnológicas, prioritarias para el programa de desarrollo en marcha en Argentina.
Gill explicó que las nuevas universidades del cordón de localidades que rodean a Buenos Aires, ya en jurisdicción de la provincia homónima, “son unidades pequeñas y flexibles”, con fuerte inserción territorial, pero mantienen elevados niveles de calidad educativa, aseguró.
Como ejemplo de ello mencionó el Centro de Biotecnología de la Universidad Nacional de San Martín, “que es el más grande de América Latina”, la carrera de ingeniería en petróleo de la flamante Universidad Nacional Arturo Jauretche, de Florencio Varela, y la unidad de estudios económicos surgida en la Universidad Nacional de Moreno.
También destacó el trabajo de investigación de la Universidad Nacional de Quilmes, creada antes de este período pero inmersa en el plan de expansión educativa, que desarrolla junto a otros centros académicos nacionales y de Cuba la vacuna terapéutica contra el cáncer de pulmón, que estará disponible a partir de este mes para tratamientos, sumándose así a la radio y quimioterapia.
Gill recordó que, cuando se lanzó la política de abrir universidades estatales en el llamado “Conurbano” de Buenos Aires, la idea era desconcentrar a la Universidad de Buenos Aires (UBA), la tradicional megaunidad de altos estudios fundada en 1821 en la capital.
A pesar de que la UBA mantuvo su caudal de alumnado, gracias a su gran prestigio nacional e internacional, en las universidades de la zona metropolitana se inscribieron este año 67,000 jóvenes. “Es una política que genera una movilidad social ascendente muy marcada”, resaltó.

El Ministerio de Educación da cuenta que la cantidad de argentinos que accedieron a la universidad aumentó en los últimos 10 años 28 por ciento y los egresos 68 por ciento, y que la inversión pública en el sector pasó de 0.5 a 1.02 por ciento del producto interno bruto (PIB) en igual lapso. También informa que entre 2001 y 2010, mientras la población creció 10 por ciento, la que cuenta con estudios superiores subió 54 por ciento.
Lea Universidades, parte 2. 


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