jueves, 4 de julio de 2013

Las víctimas del golpe militar en Egipto(1)



Después de que la junta militar de Egipto, armada, equipada y financiada por Estados Unidos, llevó a cabo su golpe de Estado contra el primer gobierno libremente elegido en la historia del país, habrá muchas víctimas.
Pero las principales no serán el derrocado presidente Mohammad Morsi ni los islamistas, que son buenos sobrevivientes por naturaleza. Serán la democracia y la fe popular en ella en todo el mundo. La víctima será la única oportunidad que tuvieron los egipcios de ser parte de este mundo en sus más de 5,000 años de historia.
En varias rondas de elecciones, los egipcios, jóvenes y viejos, habían mostrado al mundo su deseo de cambio y su esperanza, mientras hacían fila bajo el calor del desierto durante horas para intentar depositar sus votos y tener injerencia, por primera vez, en el futuro de su país.
Durante la Primavera Arabe, mujeres jóvenes iban vestidas a la moda occidental, esperando para votar junto a otras cubiertas de pies a cabeza por el “neqab”, prenda tradicional de las musulmanas.
El mensaje era: “Queremos democracia, no el régimen militar que nos controló durante 60 años”. La ciudadanía votó una Constitución, un parlamento y un presidente, mientras el mundo observaba con sorpresa y admiración.
Luciendo su pobre vestimenta, el portero de mi edificio hizo fila junto a ricos propietarios del barrio. Un valor universal de igualdad, libertad y esperanza se percibía en el aire.
Morsi fue el presidente que llegó al gobierno con mucho menos que el usual y sospechoso 90 por ciento de los votos que suelen recibir tantos gobernantes árabes.
Pero en la noche del miércoles 3 vehiculos Humvee suministrados por Estados Unidos eran usados por las “fuerzas especiales” de Egipto mientras disparaban a civiles que protestaban contra el golpe military en la plaza Nahda, fuera de la Universidad de El Cairo, donde hace unos años el presidente Barack Obama ofreció al mundo musulmán un discurso sobre la paz y el fin del terrorismo.
Los videos muestran a varios heridos, sangre y gente muriendo mientras dicen sus últimas palabras en pro de la libertad. Los militares respaldados por Estados Unidos intentaban dispersar a los partidarios de Morsi antes de lanzar una declaración formal del golpe de Estado.
En otro punto donde se congregaron partidarios de la democracia, Rabaa Al-Adawia, en el distrito cairota de Ciudad Nasr, los militares impusieron un estado de sitio que bloqueó incluso el paso de alimentos u otros suministros, obligando a sus habitantes a salir para obtenerlos, mientras francotiradores montaban guardia desde las azoteas, con la gente en la mira.
Mientras el general del ejército Abdel Fatah Al-Sissi, entrenado por Estados Unidos, prometía transparencia y libertad en su discurso del miércoles 3, en el que declaró el golpe, varios civiles sentados junto a él mostraban su apoyo a un régimen militar.
Pero, a medida que Al-Sissi hablaba, todos los canales de televisión que habían apoyado las elecciones y a Morsi eran clausurados simultáneamente, y varios de sus trabajadores arrestados, humillados y obligados a desfilar entre columnas de opositores alegres y de otros trabajadores de medios privados que apoyaron el golpe.
Las comunicaciones telefónicas se cortaron en el área donde estaban congregados los partidarios de Morsi, señal de qué clase de libertades esperan a Egipto.
Este fue el final trágico de la naciente democracia del país, y un pantallazo del futuro que tiene por delante bajo el mando de unas Fuerzas Armadas respaldadas por Occidente.
Pero, ¿quién quiere un regreso a un régimen militar brutal?
Bueno, mucha gente: civiles que esperan sacar provecho de un mandato militar y que están dispuestos a sacrificar la democracia y a darle un rostro civil al golpe en su propio beneficio.

Lea Egipto, Parte 2. 

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