miércoles, 26 de octubre de 2011

Cambalache: lo más sucio del progreso industrial(1)


Recolectores, perros famélicos y aves carroñeras buscan juntos algo de valor en el basurero de Cambalache antes de que los alcancen las brasas que hacen arder, cada día y a cielo abierto, 900 toneladas de residuos, cuyo humo se esparce sobre Ciudad Guayana, una nororiental ciudad de Venezuela.

Apenas a unos cientos, quizá decenas, de metros, los tóxicos lodos rojos que deja como desecho la industria del aluminio –centenares de miles de toneladas cada año-- aportan otra carga de contaminación, que además comienza a filtrarse hacia las aguas del "padre río", el Orinoco, justo enfrente de Ciudad Guayana.

"Llevo en esto 15 años, algunos parientes también. A cada rato se enferma alguien, nos calamos el humo de sol a sol, algunos niños de la zona mueren, y este trabajo no da mucho, apenas para ayudar a la familia, pero no hay otro", cuenta Jesús González, en un alto de su búsqueda de metales en medio del basurero.

Ciudad Guayana fue creada hace 50 años con asesoría del estadounidense Massachusetts Institute of Technology (MIT) como "la Pittsburgh del trópico", la llamada Ciudad del Acero de Estados Unidos. Es decir, una moderna urbe de tamaño mediano para albergar las industrias siderúrgicas y derivados y plantas de hidroelectricidad, con un entorno rico en maderas y minerales preciosos.

"Hierro, lata, aluminio, cobre o bronce es lo que más recogemos, también cartón. Trabajo con algunos warao y con criollos y apilamos el material por aquí", dice bajo un gastado toldo de lona, en medio del basural, Nelly Guevara, madre de tres niños.

Guevara obtiene en un mes cerca de 2,000 bolívares (460 dólares al cambio oficial, un poco más que el salario mínimo nacional), pero para ello "llegamos a veces a las cinco de la mañana y son las siete de la noche y seguimos aquí, con el humo, la inseguridad, los animales que lo contagian a uno". "A veces nos agarra la lluvia y no podemos salir", añade.

Desarrollada en la confluencia de los ríos Orinoco y Caroní, a unos 550 kilómetros al sudeste de Caracas, esta ciudad creció con una vieja zona deprimida, San Félix, al este, y otra de clase media, Puerto Ordaz, al oeste, junto a la cual también surgieron barriadas pobres como la de Cambalache, donde viven unas 8,000 personas.

Entre ellas, 120 familias warao, etnia originaria del delta del río Orinoco, unos 100 kilómetros al nordeste, y de la cual salen esporádicamente grupos que practican la mendicidad y viven en condiciones miserables en algunas ciudades venezolanas.

Diez niños warao murieron en la zona de Cambalache el último año, víctimas de afecciones gástricas o respiratorias, según registros de la prensa local. Algunos fueron enterrados sin ataúd, bajo un árbol, por la situación de indigencia de sus padres.

La basura llega principalmente en viejos camiones volquetes, la alcaldía cuenta con unos pocos vehículos compactadores, que vierten su carga mal empacada en las humeantes orillas del basurero, que cubre una docena de hectáreas, y de inmediato es abordado por recolectores prestos a recuperar material que otras manos clasifican.

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