martes, 22 de marzo de 2011

Alcohol e hipertensión acaban con la vida


Por José Alfredo Santana
(Tercera de una serie)

Al volver a Los Ángeles del poblado de México donde mi padre vivio algunos de sus mejores momentos en su vida, donde aún tiene una pequeña casa con árboles frutales, y al pueblo que nunca dejo de sentir como “su verdadera casa”, comprendi que un divorcio y sus secuelas son tan traicioneros y peligrosos como la misma hipertensión que no supo controlar.

José Santana Díaz, mi padre, quien a pesar de haber emigrado, a veces temporalmente, a los Estados Unidos hace más de 40 años, viajo a Ejutla por lo menos una vez cada tres meses en los últimos siete u ocho años.

Ejutla es un poblado de no más de 3,000 habitantes ubicado al sur de Jalisco, México, cuya vida reciente ha estado ligada con olas de migrantes, que al no encontrar un futuro promisorio allí, han optado por viajar a trabajar a los Estados Unidos. Ellos envían dinero, o remesas a sus familiares desde “El Norte”. Muchos solo vuelven para fincar casas, y vivir vacaciones de quince días, o máximo un mes por año. Estas casas, edificadas con materiales buenos y caros, la mayoría del tiempo están vacías por la ausencia del migrante.

Ya en el pueblo, me enfoque en buscar a un contacto de mi padre, con quien hizo algunos tratos de dinero, y con quien estrecho una buena amistad. Su amigo, de nombre Alberto Pérez, quien vive en un poblado adjunto llamado El Grullo, es un negociante originario de la región del sur de Jalisco, cuyo conocimiento de la vida local es vasto, y cuyos clientes van desde personas humildes que viven al día con sus salarios pauperrimos, hasta gobiernos municipales.

Alberto Pérez es dueño de una funeraria, y atiende las necesidades locales de las personas que precisan de sus servicios en el ocaso de la vida de sus seres queridos.

“La última vez que tu papá estuvo acá en mi casa, nos tomamos unos tragos, y yo lo vi con una depresión muy fuerte. Nunca lo había visto tomar más de dos o tres tragos, pero esa vez, en diciembre pasado, tomo bastante. Siete u ocho”, me dijo Alberto Pérez. “Inclusive lloro, lo cual es muy raro ver en una persona como él, que aparentaba estar sana”.

Alberto sabía que mi padre estaba batallando la alta presión sanguinea. Pero al parecer desconocia que mi padre no pudo celebrar la última navidad con su familia, porque mi madre no acepto que nos visitara, al estar separado y viviendo con otra mujer. Al menos eso fue la causa aparente de su exceso de copas.

Esa situación, combinada con el no seguir el tratamiento al pie de la letra con sus medicamentos que su doctor en Los Ángeles le había ordenado, desemboco en un colapso de su sistema cardiovascular, que ocasiono un ataque repentino a su corazón, por bloqueo e inflamación arterial.

Los médicos especialistas indican que el exceso de alcohol, en cualquier presentación, es una causa mortal en las personas que viven con alta presión arterial. Inclusive, un reciente estudio conducido por la Asociación Medica de Canadá, (CMAJ) y publicado en su revista, indica que las personas depresivas que viven con hipertensión tienden a tener estados de salud más pobres en relación a aquellas con alta presión que no sufren depresión.

Entre otras causas, el estudio indica que éstas personas “tienden a no hacer cambios, o a resistirse en sus regimenes de dietas”, o ingestión de “cubas”, en pro de su mejora, y control de la condición hipertensiva. En varios paises de Latinoamérica, una cuba es sinónimo de un trago con soda, o refresco de cola.

“El tomar es muy perjudicial para las personas con hipertensión”, indico el doctor Leonardo Ortiz, quien practica medicina familiar, y se enfoca en enfermedades de pacientes adultos en un suburbio de Los Ángeles. “El alcohol hace que el organismo trabaje doble para digerir los alimentos, e inflama cualquier tejido digestivo y coronario interno. Es una causa grave de complicaciones coronarias”.

Inclusive, estudios indican que las sodas solas hacen que la hipertensión empeore. En otras palabras, personas con problemas cardiovasculares de cualqueir tipo deben de dejar de beber refrescos, gaseosas o aguas carbonadas o minerales, indico el doctor Ortiz.

Y nada, que los ataques cardiacos son la causa principal de muertes, no solo en Estados Unidos y Latinoamérica, sino en todo el mundo. Solo en Estados Unidos, el 27% de todas las muertes en hombres latinos se deben a enfermedades cardiovasculares, según indica en su reporte del 2010 la Asociación Cardiovascular Americana. Entre las mujeres, el 31.5% de las muertes se deben a condiciones cardiovasculares.

En hombres mayores de 50 años, el porcentaje de fatalidades por ataques cardiacos, debidos a hipertensión, es mucho mayor, indica el organismo. Este llega como el culpable de hasta el 75% del total de muertes para estas personas.


Los trajines de mi padre en el sur, hasta los últimos meses, fueron un misterio para mi. Solo hasta que comence a platicar con varias personas cercanas a mi padre, en los poblados donde tal vez vivio muchos de sus mejores momentos en vida, comprendi unas de las causas importantes del porque de su colapso tan repentino. El abuso de consumo de alcohol, y el divorcio que lo forzo a separarse de la familia, aún en las fechas más importantes, le pesaron bastante un mes después de su último viaje a su pueblo querido.

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