martes, 23 de agosto de 2016

Microempresarios de comidas saludables buscan apoyo de L.A.(2)



Armando Arizpe se alista a preparar un coctel de frutasel 23 de agosto en Los Angeles. 
Lea Microempresarios, Parte 2. 

Pero hace nueve años, cuando Arizpe comenzó su micro empresa, varios negociantes lo veían con enojo y desprecio. En el 2007, Arizpe trabajó en Santa Mónica, donde aprendió a operar el negocio, y mejoró su nivel de inglés como vendedor. En Highland Park existen otros tres vendedores de frutas a menos de una milla de distancia, pero ninguno le presenta una competencia seria.

“Antes no tenía permisos de salud, y los carros eran más viejos y no estaban bien equipados. Ahora todos ven que tenemos permisos,  y ya no nos molestan. De hecho, me he hecho amigos a varios dueños de negocios cercanos al mio”, dijo Arizpe.

La mayoría de sus clientes son latinos, y compran cócteles de $5, $6 y $7.

Cruz piensa introducir una tableta electrónica para aceptar pagos con tarjetas de débito o crédito, ya que debido al cambio de población en Highland Park y al aumento de residentes caucásicos, tiene clientes quienes no cargan dinero en efectivo. 

Freddie Agyin, gerente de salud ecológica del Buró de Servicios de Monitoreo Especial del Departamento de Salud Pública del Condado de Los Angeles, dijo que existen 293 expendedores de frutas con permisos.

“Todas las unidades móviles deben de registrarse en el programa de salud del condado antes de aplicar para la obtención de un permiso de salud pública”, dijo Agyin. “Los permisos son importantes porque nos indican quienes son los vendedores que operan legalmente en el condado de Los Angeles. Así nos asegurarnos que cumplan con el código de ventas de comidas procesadas en California, y protejamos la salud pública”. 

 Isela C. Gracian, presidenta de la Corporación para la Comunidad del Este de Los Angeles, (ELACC) organismo que apoya la redacción de ordenanzas que legalicen la venta de comidas en la calle, dijo que comenzaron una campaña para convencer a los concejales de la ciudad de otorgar permisos de negocios a vendedores de comidas saludables.

“La campaña de los vendedores en las calles de Los Angeles continúa con su meta de convencer a los concejales para que aprueben ordenanzas con sentido común de venta en las calles”, Gracian dijo en un correo electrónico. “La aprobación de políticas urbanas toman tiempo al pasar por varios comités y por un proceso de audiencias públicas”.

ELACC, organismo que representa a más de 50 grupos que buscan equidad fiscal hacia los micro negocios y en la salud pública que involucre a personas de escasos recursos, propuso una serie de talleres educativos con un año de duración después de que la ciudad apruebe ordenanzas para registrar  las ventas de frutas en carritos de aluminio. 

En ellos se informará a los dueños como operar un “expendio de comida saludable,” y les ayudarán en el llenado de formas y la solicitud de permisos. Estas iniciativas definen a la venta de frutas frescas sin cocer o procesar como “comida saludable”. 

Además de reafirmar la solicitud del “Certificado de Manejo de Comidas” de parte del Departamento de Salud Pública , ELACC propone que los dueños deberán comprar pólizas de seguro y tendrán que obtener una licencia estatal de vendedores.

Un reporte redactado por la facultad de leyes de UCLA, en la división de defensa criminal, instó a Mike Feuer, el fiscal de la ciudad de Los Angeles, a cesar todas los casos en contra de vendedores de comida bajo la sección 42.00 del código municipal, hasta que la ciudad apruebe las nuevas leyes. Pidió que deseche todos los casos y ordenes de arresto por no presentarse a la corte a contender violaciones ligadas a este comercio.

La clínica legal instó a vendedores de frutas a trabajar con representantes del LAPD para desarrollar un protocolo que les garantice un proceso legal justo para defenderse de decomisos y detenciones injustas, como lo indica la cuarta enmienda de la constitución estadounidense.

El alcalde Eric Garcetti ha dicho que pretende llegar a un acuerdo con los concejales y los vendedores para legalizar la venta de comidas y otros productos en las calles. Por su parte, la página de la red de Huizar dice que él “está comprometido a encontrar un proceso regulatorio de ventas para asegurar a los consumidores, atender el impacto que sufrirían los comercios establecidos, y permitir a los vendedores que se apeguen a las leyes y que participen en la economía local”.

A pesar de toda estas coyunturas legales, la persistencia de los vendedores de frutas de seguir ganandose la vida ha sido casi heroica. Inspectores de salud han amenazado a Cruz dos veces con cancelarle el permiso si no le instala un tanque de agua para lavarse las manos, y por picar fruta en una tabla removible junto a las puertas del mostrador.

Otro asunto es el de la proclividad de las sandías a acedarse durante el verano. Los inspectores alegan que las temperaturas de entre 90 a más de 100 grados Farenheit “coce” a las frutas y pone en peligro la salud de quienes las consumen.

El condado asigna a 10 inspectores para responder a quejas de vecinos o clientes relacionadas a la venta de cualquier comida en la calle. Ellos revisan las condiciones sanitarias del lugar, se enfocan en la venta y preparación de alimentos que estén en contacto con el esmog y el aire, que estén adulterados, y exigen que las unidades tengan tanques de agua para la higiene de los operadores.

Por ejemplo, en la ciudad de Huntington Park, los inspectores se han mostrado más agresivos y multan a los expendedores si no muestran sus productos en recipientes de plástico con tapas.

En el 2014, un inspector obligó a Cruz a tirar toda su fruta, debido a que preparaba los cócteles conforme llegaban sus clientes, y no en la comisaría. También le dijo que no debe vender sandías en “días muy calientes”. Cruz calificó a los inspectores de ser demasiado “exigentes”. 

“Es muy fácil para ellos enforzar las ordenanzas, ya que son empleados del gobierno. Pero nosotros pagamos el precio de nuestros bolsillos”, lamentó Cruz. 

Sin embargo, todos los carritos deben de ser inspeccionados, y obtener un grado “A” por tener excelentes unidades, y “B” por “estar en buenas condiciones, pero que tienen detalles por mejorar”.
Además, los vendedores deben de mantener las banquetas libres para los peatones y personas con discapacidades en sillas de ruedas y triciclos “scooters”.

El año pasado, el condado comenzó a recibir tarjetas de identificación consular de inmigrantes de México, Corea del Sur y Argentina como requisito para expedir permisos de salud para operar expendios de cócteles con frutas. La mayoría de estos vendedores son inmigrantes, pero existen varias mujeres dueñas de carritos en el Este de Los Angeles y en el valle de San Fernando quienes son ciudadanas estadounidenses.

Angelo Bellomo, director del departamento de salud pública del condado, le dijo a la estación de radio KPCC 89.3 FM, que el desafío es trasladar a los operadores de estos carritos de una industria “semi-formal” a otra donde posean unidades nuevas con adelantos estructurales y que sean económicas para que cumplan con las leyes sanitarias.

Bellomo indicó que existen inversionistas muy interesados en este campo, pero esperan a que la ciudad resuelva el asunto de la falta de licencias para desarrollar sus negocios.

Mientras tanto, Manolo Cruz concluyó que su decisión de operar su unidad de frutas, e independizarse de ciertos empleadores fue acertada.

“Acá yo soy dueño de mi trabajo, y no dependo de terceros para ganarme mi salario. Creo que eventualmente las cuestiones legales con la ciudad se van a resolver”, dijo Cruz.


Este reportaje fue redactado en coordinación con el Centro Internacional para los Periodistas (ICFJ). Una beca otorgada por S&P Global Financial Data Journalism contribuyó a su logro.    

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