miércoles, 18 de noviembre de 2015

En Argentina continuarán los planes sociales(1)

La capital Buenos Aires sirve de casa a miles de personas con escasos recursos.
Más allá de la incertidumbre sobre el rumbo económico que tomará Argentina tras las elecciones presidenciales en noviembre, los principales planes sociales que contribuyeron a disminuir los niveles de pobreza en la última década llegaron para quedarse.
No existen fuentes oficiales unificadas sobre la cantidad de beneficiarios, y en algunos casos la información se entrecruza entre diversos ministerios, o individuos o familias, incluidos en más de un plan social.
Pero según el Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la Universidad Católica Argentina, al menos 28 por ciento de los hogares urbanos (2.7 millones) recibe alguna transferencia monetaria de ese tipo, en un país con una población que este año alcanzó 43 millones, según proyecciones oficiales.
El de mayor alcance es la Asignación Universal por Hijo (AUH), con 3.6 millones de familias beneficiarias,  que otorga a jefes o jefas de hogar desempleados o trabajadores informales un monto por cada hijo menor, bajo requisitos como asistencia escolar y controles médicos.
“Las políticas sociales implementadas desde 2003 sin duda contribuyeron de manera importante a la reducción de la pobreza y la indigencia”, dijo Gala Díaz Langou, del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento.
En particular, aseguró la especialista “desde 2009 con la AUH, se logró garantizar un ingreso básico para muchas de las familias con niños en situación de vulnerabilidad”.
Otros planes, entre ellos Progresar, benefician a unos 557,000 jóvenes entre 18 a 24 años para que estudien, con el requisito que tengan empleo formal o informal, perciban un salario inferior al mínimo de 600 dólares mensuales, y que su familia esté en las mismas condiciones.
Por su parte “Argentina trabaja”, es un conjunto de programas destinados a la inserción laboral en trabajos en beneficio de la comunidad, a través de cooperativas con capacitación en obra.
Mientras que las mujeres embarazadas desocupadas, trabajadoras informales, del servicio doméstico, con ingresos iguales o inferiores al salario mínimo, o que están inscritas en otros planes sociales, tienen derecho a un beneficio monetario a través del programa Asignación por Embarazo.
El requisito de este plan con 68,580 beneficiarias, según datos de 2011, es el control prenatal.
Programas como estos y las pensiones contributivas,  “reducen la profundidad de la indigencia o evitan caer en la pobreza extrema a familias de escasos recursos, sobre todo en  un contexto como el actual recesivo, inflacionario y de escasas posibilidades de acceder a un empleo de calidad para los sectores de baja calificación”, declaró  el coordinador del ODSA, Agustín Salvia.
“Al mismo tiempo, estas transferencias tienen efectos positivos al sostener a través del consumo de los sectores beneficiarios, actividades informales que dan trabajo a mucha gente”, acotó.
Pero aunque favorecieron la retención escolar, Salvia señaló que no mejoraron la proporción de quienes completan los estudios obligatorios, por otros factores “que impiden que la escuela sirva realmente a dar salida técnico-profesional a los adolescentes pobres”.
Por sus bajos montos, ya que el máximo aporte equivale a unos 92 dólares, aunque redujeron el riesgo alimentario,  consideró que no contribuyeron a salir de la pobreza, aunque no “necesariamente” la reproduzcan, como señalan otros. 
“Se trata de un subsidio al desempleo o al subempleo informal. Mientras no haya una demanda de mano de obra hacia buenos empleos no tiene sentido eliminarlos”, propuso. Pero, a su juicio, “sí es posible transformarlos y mejorarlos, para que faciliten y promuevan un puente con la formación, o con labores sociales o económicas comunitarios, con el fin de promover una cultura del trabajo y una acción cooperativa”.
Lea Programas, Página 2.

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