Escalada, página
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Ernesto Mattos, economista del Centro de Investigación y Gestión de la Economía Solidaria , dijo que la depreciación del peso es una “excusa”
para aumentar los precios, especular y deteriorar el valor de los salarios.
Aseguró, además, que entre junio y diciembre
empresas comercializadoras de alimentos “ya habían aumentado 200 por ciento los
precios”, incluso en muchos productos que no tienen insumos importados.
Según el Instituto Nacional de Estadística y
Censos, la inflación de 2013 fue de 10.9 por ciento, mientras que consultoras
privadas la estiman en 28.3 por ciento.
“No solo está en juego la especulación y el
salario de los trabajadores, sino un proyecto nacional y el tipo de país que se
quiere”, planteó Mattos.
O un país al servicio de las grandes
transnacionales u otro capaz de abastecer sus necesidades básicas y “de unir
fuerzas” con el resto de la región “para avanzar en la inclusión social y
achicar las brechas de desigualdad”, expuso.
El economista defendió la participación
popular en el control de precios de supermercados, porque allí se construye el
“padrón de consumo de los argentinos en las grandes urbes”, y la creación de
“mecanismos de denuncia que permitan sancionar a empresas no solo en la etapa
de comercialización sino de producción”.
Vallez llamó a que “el gobierno ponga más
gente en la calle que controle los precios, y que nosotros como ciudadanos
hagamos nuestra parte, no agachando la cabeza, denunciando y no comprando
productos que estén sobrefacturados”.
El gobierno ha respondido con una artillería
de medidas para contrarrestar los resultados de la devaluación y del
descontento social por sus efectos sobre los precios.
Además de los Precios Cuidados, instrumentó nuevos programas
sociales, como Progresar, que otorga una asignación mensual a
jóvenes desempleados o con empleos precarios de entre 18 y 24 años para iniciar
o completar sus estudios.
Según la Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (Cepal), Argentina es el país con menor pobreza de la región
(4.3 por ciento) y el segundo detrás de Uruguay con menor nivel de indigencia
(1.7 por ciento).
En diciembre, la Cepal ubicó además a este
país como uno de los que más disminuyeron la desigualdad en la región en el
cuatrienio 2008-2012.
Pero el deterioro del salario y del poder de
compra podría revertir esos logros.
“La reducción de la desigualdad durante la última década tiene
como principal fuente el aumento del componente de ingresos no laborales (como
los subsidios y otras ayudas) en los hogares más pobres, pero no así el
mejoramiento de los ingresos laborales en esos mismos estratos”, indicó Agustín
Salvia, director del Programa Cambio Estructural del Instituto
de Investigación “Gino Germani” de la Universidad de Buenos Aires.
La escalada inflacionaria tenderá a aumentar
la pobreza y también la desigualdad, aseguró.
Eso “justamente por el empobrecimiento de los sectores
asalariados y no asalariados menos protegidos por las regulaciones laborales”,
dijo Salvia, también investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas.
Pese a las medidas gubernamentales para
neutralizar el impacto, no se podrá “impedir que haya un efecto regresivo para
los trabajadores de los sectores informales” e incluso para los jubilados.
“El gobierno debe ocuparse fuertemente de que
la inflación no genere una mayor dispersión de ingresos, profundizando las
políticas existentes para estos sectores”, planteó la economista y politóloga
Jimena Valdez.
A su juicio, “toda esta situación se agravaría
ante una escalada en la inflación, por eso está entre los intereses
primordiales del gobierno que eso no suceda”.
Para evitarlo, dijo Valdez, el gobierno puede
convocar a un diálogo con empresarios y sindicatos, para discutir políticas
laborales y aumentos salariales. También debería actualizar los montos
asignados por los programas sociales de acuerdo a la inflación.
Salvia considera “muy importante concientizar
y movilizar a la opinión pública y presionar a los formadores de precios para
que no haya ningún desborde”.
Pero, recordó, el movimiento de los precios
“será determinado, fundamentalmente, por factores como la masa monetaria,
el nivel de demanda (a la baja), la devaluación y las expectativas
inflacionarias”.
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