Aun en un contexto de crecimiento, hay numerosas empresas que siguen cayendo en la quiebra, a veces como un recurso para empezar un nuevo proyecto en otro lado. Pero los empleados quedan varados y muchos ya no son tan jóvenes como para ser absorbidos por el mercado laboral, explicó.
"Las empresas recuperadas son una realidad consolidada del panorama laboral, económico y social del país y han llegado para quedarse y seguir creciendo", concluye el estudio. Tienen dificultades, pero sus potencialidades son enormes.
Un caso ilustrativo no relacionado con la crisis de 2001 es el de la empresa Global, de productos de látex, principalmente globos de cotillón, que se declaró en quiebra en 2004. Sus dueños se llevaron las máquinas y se desentendieron de sus 80 empleados.
Para 2005, muy rápidamente, Global se había transformado en "La Nueva Esperanza", una cooperativa donde trabajan 32 operarios. Uno de ellos es Domingo Palomeque, de 50 años, quien hace 26 trabaja en esta fábrica de la oriental provincia de Buenos Aires. Pero ahora lo hace como socio de sus compañeros de labor.
"Primero formamos la cooperativa y después recuperamos las máquinas que se las habían robado", contó Palomeque.
En el informe, los problemas mencionados por estas empresas es la falta de financiamiento para adquirir materias básicas, maquinaria o incorporar personal especializado. También se mencionan problemas de inserción en el mercado.
La Nueva Esperanza no es la excepción. "Crédito", dice concluyente Palomeque cuando se le pregunta qué les hace falta. "Necesitamos comprar máquinas automáticas, no para reemplazar gente sino para ser más competitivos", explicó.
Los productos de esta cooperativa compiten hoy en desventaja en el mercado local con los que se importan de Malasia o Singapur. "Antes eran más baratos, pero últimamente ya no", advirtió.
A pesar de estas dificultades, encontraron el modo de mantener su inserción en el mercado doméstico y también exportar. Según el informe, 15% de las firmas recuperadas colocan parte de su producción en mercados externos y 60% de ellas se cree que también podrían hacerlo.
La cooperativa La Nueva Esperanza encontró un atajo propio. "Es algo que inventamos nosotros, le vendemos a Brasil, a Paraguay, a Chile y a Uruguay, pero no exportamos sino que los clientes fijan un domicilio en provincias argentinas vecinas a sus países".
Para este trabajador, no hay vuelta atrás. Al contrario, tienen miras. "Nuestra meta es avanzar, incorporar nuevas máquinas, personal y seguir creciendo", declara.
Las empresas recuperadas tienen distintos tamaños. Así, 75% de ellas ocupan menos de 50 trabajadores, son escasas las que ocupan más de 100 y apenas 2.3% son las que superan los 200 operarios.
La investigación reclama una política coherente que las apoye. El Estado debería de respaldar estas actividades, pero actúa de manera errática porque tiene una concepción errónea de que esto es un fenómeno transitorio, señaló Palomeque.
"Debe fortalecerlas porque son unidades productivas que crecen, con fuentes de trabajo genuinas, no precarias ni informales. Se trata de trabajadores que se reacomodan por su propia cuenta", remarcó.
En los últimos años, el Estado dio algunos pasos a favor de estas unidades. A través del Ministerio de Trabajo otorgó más de un millón de dólares en subsidios, pero no se trata de una financiación sistemática. Sin eso, las empresas recuperadas "están condenadas a mantenerse en un umbral de subsistencia", concluyó el informe.
viernes, 5 de noviembre de 2010
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