Alexandre Rizzo, de 45 años, que participó en
gran parte de la protesta en Río, señaló que hacía muchos años no asistía a
grandes movilizaciones como las que han ocurrido en estas últimas semanas. La
última vez había sido en 1984, en ocasión de la campaña popular por el voto
directo en el fin de la dictadura (1964-1985), en el mismo local donde tuvo
lugar la manifestación de esta semana.
“El objetivo de la violencia policial es
intimidar a la población. En la próxima marcha voy a ser precavido. Es obvio
que quedamos preocupados con la violencia”, dijo Rizzo.
Pero esta vez la violencia policial no fue suficiente para
intimidar a los manifestantes. Ya se fijó una próxima marcha para el 21 de este
mes, el mismo día en que se jugará en el famoso estadio de Maracaná un partido
de la Copa
Confederaciones.
El centro de Río de Janeiro amaneció el viernes 14 con señales de
depredación. Por lo menos 2,000 personas participaron de la protesta.
La Prefectura informó que un monumento y 143
mobiliarios urbanos fueron depredados durante una manifestación con decenas de
paradas de autobuses y vidrieras destruidas, así como baños públicos y
contenedores de residuos.
Según el diputado estadual Marcelo Freixo, del Partido
Socialims y Libertad (PSol),
el principal foco de las protestas es la crítica a la política de transporte en
buena parte de las ciudades brasileñas.
Es importante que el debate sobre la insatisfacción a propósito
de la política de transporte “se profundice en el parlamento. La abrumadora
mayoría de esos jóvenes salen a las calles por un motivo justo”,
declaró Freixo
en un discurso en la Asamblea Legislativa de Rio de Janeiro (Aleri).
“Setenta por ciento de
los habitantes de Río de Janeiro se trasladan en autobús; eso es un atraso. Hay
un grado de sumisión del poder político a los intereses económicos”, criticó el
legislador.
En un comunicado oficial, la Alerj manifestó
su apoyo a las movilizaciones sociales, pero rechazó los actos de vandalismo
cometidos.
Ya Amnistia Internacional defendio una solucion pacífica para el impasse entre
manifestantes y autoridades, e incluso criticó la violencia contra los
periodistas que cubrieron los hechos. Según la Asociacion Brasileña de Periodismo Investigativo, por lo menos 15 periodistas fueron heridos por
la policía durante la manifestación en São Paulo. La entidad condenó los
ataques a la prensa y llamó a castigar a los responsables de las agresiones
físicas contra los reporteros.
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