Domingo dice comprender las prioridades del presidente y los
gobernantes de Estados Unidos, pero se queja que personas como él contribuyen
mucho con su trabajo y conocimientos para el país, ganan poco comparado a los constructores
certificados, y mantienen competitivo el campo con salarios accesibles para
personas que tienen casa, pero que han perdido sus trabajos, o a duras penas
tienen para pagar la hipoteca, o darle mantenimiento.
Menciona el único delito
de él, y de miles de personas que trabajan en el campo es no tener documentos
ni licencia de manejo.
Domingo no ha visto a su familia desde que comenzo a
trabajar en Los Ángeles, y les envía dinero para cubrir los gastos de sus dos
niñas, de su esposa y de un par de casas al otro lado de la frontera .
“Mira Alfredo, yo no bebo, trato de no desvelarme, y no me
paso con, o ando buscando mujeres acá. Tengo responsabilidades, y trato de
lograr mi trabajo lo mejor posible”, enfatizó Domigo, mientras fumaba un cigarillo.
Ahora conduce una camioneta Nissan Titan 2012, la que compró
a crédito por unos $25,000 dólares a pagar en sesenta meses, y dice tenerla
asegurada en caso de “tener un accidente, se la roben”, o verse envuelto en
problemas vehiculares.
Su salario varía conforme la dificultad del trabajo, y a
pesar de que la economía aún experimenta la Gran Depresión, este año dijo ganar de
entre $1,900 y hasta cerca de $4,000 por mes. Tiene que pagar rentas de unos
$1,150 dolares al mes, las mensualidades de su camioneta y alimentos, y envíar
remesas familiares.
“Me comunico con mi esposa y con mis niñas todas las
semanas. Me gustaría estar con ellas, pero por lo menos ellas están cerca, en
la frontera”, dijo Domingo. “Ojalá el Año Nuevo traiga buenas noticias para
nosotros en inmigración, porque creo ya es tiempo de hacer un poco de justicia”.
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