Con paso lento y fuerte resistencia, avanza en
Argentina un nuevo plan de salud mental que contempla internaciones breves,
menos hospitales psiquiátricos y más servicios para la integración social de
los pacientes. De este modo quedará atrás el histórico trato inhumano en este
ámbito.
No obstante, su implementación está trabada. "Algunas prácticas se modifican en forma aislada, pero cambios institucionales concretos aún no hay", dijo la psicóloga Macarena Sabin Paz, del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS).
Este centro especializado formó parte
Según esa investigación, 80 por ciento de los enfermos internados lo estaban desde hacía más de un año, y entre 60 y 90 por ciento de ellos eran considerados "pacientes sociales", o sin acceso a alternativas de reinserción en la sociedad.
Con la ratificación de la Convención y la aprobación de la ley, el CELS "vislumbró un cambio", según admite en su informe anual de 2011. Por el momento estos expertos solo ven una gran brecha entre la norma y la realidad.
"Las graves violaciones a los derechos humanos de las personas que atraviesan algún padecimiento mental persisten", dice el último reporte. Denuncia que los más vulnerables siguen siendo los internados en asilos psiquiátricos.
Sabin Paz explicó que tanto en
La maniobra apunta a mostrar que el llamado proceso de "desmanicomialización" está en marcha. Pero sin instituciones intermedias donde derivarlos, muchos de los dados de alta recaen y vuelven a ser hospitalizados en otros servicios, indicó.
"Es la puerta giratoria de los psiquiátricos. Baja el número de camas ocupadas en el área de crónicos y hay sobrepoblación en admisión donde son sobremedicados para volverlos a una supuesta normalidad", denuncia Sabin Paz.
En este aspecto, el mayor retroceso se produce en la capital.
La representante socialista Virginia González Gass, presidenta de la Comisión de Salud Mental de la legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, dijo que la situación "es desastrosa" y que muchos de los pacientes externados van a vivir a hogares de personas sin techo.
"No hay casas de medio camino ni programas de acercamiento familiar o de reinserción laboral. Los pacientes, sin ninguna contención, terminan en hogares donde no hay ni siquiera un médico clínico que los visite", dijo.
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