El secretario de Aladi, la organización que trabaja para la integración desde 1980 y que hoy está integrada por 12 países, sostuvo que "no es lo mismo el proyecto de Ecuador que el de Chile, o el de Argentina que el de Brasil, y hay países como México cuya agenda depende mucho más de Estados Unidos que el resto".
En ese escenario de diversidad, lo que rescata Álvarez es que "hay una revalorización de América Latina", que por primera vez en su historia logra conciliar regímenes democráticos en casi todos los países, con crecimiento sostenido de las economías y reducción de los índices de pobreza, indigencia y marginalidad.
Los gobiernos "tienen una mayor vocación de avanzar en la cooperación, ya que la integración es más difícil", admitió y lo hacen conscientes de que la región en su conjunto "es observada por su potencial económico".
"América Latina comienza a gobernarse a sí misma, ya no hay tutelajes políticos o económicos, ni somos campo propicio para las inversiones de un determinado país. Hay otros polos, como Asia-Pacífico. No se puede seguir pensando la realidad con premisas de hace 20 años", observó.
Por su parte, Federico Merke, profesor de ciencias políticas la Universidad de San Andrés en Argentina, comentó que la región constituyó "un espacio de concertación, que tiene sus límites", porque la deseable integración está frenada.
A pesar de ello, Merke entiende que los estados están acercándose, pero desde una posición de mayor fortaleza. "Hay un mayor énfasis en la autonomía y la recuperación de espacios de decisión" respecto de Estados Unidos, apuntó.
"Estados Unidos se torna menos relevante para América del Sur, en particular, que ve emerger a otros jugadores como China", indicó. "Se percibe el ascenso de otras potencias y eso abre mayores oportunidades para la autonomía de la región", añadió.
La potencia del Norte sigue siendo sí una referencia fuerte en México y América Central, donde comparten una agenda común relacionada al comercio, pero también al envío de remesas de dinero por parte de los emigrantes y a la política de control al narcotráfico, aclaró.
Respecto de la medida adoptada por el gobierno argentino, Merke la enmarcó "en un nuevo clima de época sudamericano, relacionado con el regreso con fuerza del Estado a sitios claves de la economía y la sociedad y la percepción muy fuerte de que el futuro va a estar condicionado por el control de los recursos naturales".
Aunque consideró que Argentina puede sufrir represalias y que incluso podría ser apartada del Grupo de los 20 países ricos y emergentes, la decisión que adoptó el gobierno "hubiera sido 'contra natura' en la época del Consenso de Washington (años 90 donde imperaba el neoliberalismo), pero ahora resulta menos costosa", Merke dijo.
martes, 24 de abril de 2012
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