Armando Arizpe se alista a preparar un coctel de frutasel 23 de agosto en Los Angeles. |
Lea Microempresarios, Parte 2.
Pero hace nueve años, cuando Arizpe comenzó su micro
empresa, varios negociantes lo veían con enojo y desprecio. En el 2007, Arizpe trabajó
en Santa Mónica, donde aprendió a operar el negocio, y mejoró su nivel de
inglés como vendedor. En Highland Park existen otros tres vendedores de frutas
a menos de una milla de distancia, pero ninguno le presenta una competencia
seria.
“Antes no tenía permisos de salud, y los carros eran
más viejos y no estaban bien equipados. Ahora todos ven que tenemos
permisos, y ya no nos molestan. De
hecho, me he hecho amigos a varios dueños de negocios cercanos al mio”, dijo
Arizpe.
La mayoría de sus clientes son latinos, y compran
cócteles de $5, $6 y $7.
Cruz piensa introducir una tableta electrónica para
aceptar pagos con tarjetas de débito o crédito, ya que debido al cambio de
población en Highland Park y al aumento de residentes caucásicos, tiene clientes
quienes no cargan dinero en efectivo.
Freddie Agyin, gerente de salud ecológica del Buró de
Servicios de Monitoreo Especial del Departamento de Salud Pública del Condado
de Los Angeles, dijo que existen 293 expendedores de frutas con permisos.
“Todas las unidades móviles deben de registrarse en
el programa de salud del condado antes de aplicar para la obtención de un
permiso de salud pública”, dijo Agyin. “Los permisos son importantes porque nos
indican quienes son los vendedores que operan legalmente en el condado de Los
Angeles. Así nos asegurarnos que cumplan con el código de ventas de comidas
procesadas en California, y protejamos la salud pública”.
Isela C.
Gracian, presidenta de la Corporación para la Comunidad del Este de Los Angeles,
(ELACC) organismo que apoya la redacción de ordenanzas que legalicen la venta
de comidas en la calle, dijo que comenzaron una campaña para convencer a los
concejales de la ciudad de otorgar permisos de negocios a vendedores de comidas
saludables.
“La campaña de los vendedores en las calles de Los
Angeles continúa con su meta de convencer a los concejales para que aprueben
ordenanzas con sentido común de venta en las calles”, Gracian dijo en un correo
electrónico. “La aprobación de políticas urbanas toman tiempo al pasar por
varios comités y por un proceso de audiencias públicas”.
ELACC, organismo que representa a más de 50 grupos
que buscan equidad fiscal hacia los micro negocios y en la salud pública que
involucre a personas de escasos recursos, propuso una serie de talleres
educativos con un año de duración después de que la ciudad apruebe ordenanzas
para registrar las ventas de frutas en
carritos de aluminio.
En ellos se informará a los dueños como operar un
“expendio de comida saludable,” y les ayudarán en el llenado de formas y la solicitud
de permisos. Estas iniciativas definen a la venta de frutas
frescas sin cocer o procesar como “comida saludable”.
Además de reafirmar la
solicitud del “Certificado de Manejo de Comidas” de parte del Departamento de
Salud Pública , ELACC propone que los dueños deberán comprar pólizas de seguro
y tendrán que obtener una licencia estatal de vendedores.
Un reporte redactado por la facultad de leyes de
UCLA, en la división de defensa criminal, instó a Mike Feuer, el fiscal de la
ciudad de Los Angeles, a cesar todas los casos en contra de vendedores de
comida bajo la sección 42.00 del código municipal, hasta que la ciudad apruebe
las nuevas leyes. Pidió que deseche todos los casos y ordenes de arresto
por no presentarse a la corte a contender violaciones ligadas a este comercio.
La clínica legal instó a vendedores de frutas a
trabajar con representantes del LAPD para desarrollar un protocolo que les
garantice un proceso legal justo para defenderse de decomisos y detenciones
injustas, como lo indica la cuarta enmienda de la constitución estadounidense.
El alcalde Eric Garcetti ha dicho que pretende llegar
a un acuerdo con los concejales y los vendedores para legalizar la venta de
comidas y otros productos en las calles. Por su parte, la página de la red de Huizar
dice que él “está comprometido a encontrar un proceso regulatorio de ventas
para asegurar a los consumidores, atender el impacto que sufrirían los
comercios establecidos, y permitir a los vendedores que se apeguen a las leyes
y que participen en la economía local”.
A pesar de toda estas coyunturas legales, la
persistencia de los vendedores de frutas de seguir ganandose la vida ha sido
casi heroica. Inspectores de salud han amenazado a Cruz dos veces con
cancelarle el permiso si no le instala un tanque de agua para lavarse las
manos, y por picar fruta en una tabla removible junto a las puertas del mostrador.
Otro asunto es el de la proclividad de las sandías a
acedarse durante el verano. Los inspectores alegan que las temperaturas de
entre 90 a más de 100 grados Farenheit “coce” a las frutas y pone en peligro la
salud de quienes las consumen.
El condado asigna a 10 inspectores para responder a
quejas de vecinos o clientes relacionadas a la venta de cualquier comida en la
calle. Ellos revisan las condiciones sanitarias del lugar, se enfocan en la
venta y preparación de alimentos que estén en contacto con el esmog y el aire, que estén adulterados, y exigen que las unidades tengan tanques de agua para la
higiene de los operadores.
Por ejemplo, en la ciudad de Huntington Park, los
inspectores se han mostrado más agresivos y multan a los expendedores si no muestran sus productos en recipientes de plástico con tapas.
En el 2014, un inspector obligó a Cruz a tirar toda
su fruta, debido a que preparaba los cócteles conforme llegaban sus clientes, y
no en la comisaría. También le dijo que no debe vender sandías en “días muy
calientes”. Cruz calificó a los inspectores de ser demasiado “exigentes”.
“Es muy fácil para ellos enforzar las ordenanzas,
ya que son empleados del gobierno. Pero nosotros pagamos el precio de nuestros
bolsillos”, lamentó Cruz.
Sin embargo, todos los carritos deben de ser
inspeccionados, y obtener un grado “A” por tener excelentes unidades, y “B” por “estar
en buenas condiciones, pero que tienen detalles por mejorar”.
Además, los vendedores deben de mantener las
banquetas libres para los peatones y personas con discapacidades en sillas de
ruedas y triciclos “scooters”.
El año pasado, el condado comenzó a recibir tarjetas
de identificación consular de inmigrantes de México, Corea del Sur y Argentina
como requisito para expedir permisos de salud para operar expendios de cócteles
con frutas. La mayoría de estos vendedores son inmigrantes, pero existen varias
mujeres dueñas de carritos en el Este de Los Angeles y en el valle de San
Fernando quienes son ciudadanas estadounidenses.
Angelo Bellomo, director del departamento de salud
pública del condado, le dijo a la estación de radio KPCC 89.3 FM, que el
desafío es trasladar a los operadores de estos carritos de una industria “semi-formal”
a otra donde posean unidades nuevas con adelantos estructurales y que sean económicas
para que cumplan con las leyes sanitarias.
Bellomo indicó que existen inversionistas muy
interesados en este campo, pero esperan a que la ciudad resuelva el asunto de
la falta de licencias para desarrollar sus negocios.
Mientras tanto, Manolo Cruz concluyó que su decisión
de operar su unidad de frutas, e independizarse de ciertos empleadores fue
acertada.
“Acá yo soy dueño de mi trabajo, y no dependo de
terceros para ganarme mi salario. Creo que eventualmente las cuestiones legales
con la ciudad se van a resolver”, dijo Cruz.
Este
reportaje fue redactado en coordinación con el Centro Internacional para los
Periodistas (ICFJ). Una beca otorgada por S&P Global Financial Data
Journalism contribuyó a su logro.
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