Trabajadores estatales en huelga por unos 10,000 despidos desde que el nuevo presidente Mauricio Macri comenzó su gobierno. |
Desde que asumió el nuevo gobierno, 20.000 empleados públicos
fueron despedidos en Argentina. Un fenómeno explicado como una “limpieza” de
“militantes” de la gestión anterior, que se facilita por la precariedad laboral
en el sector, pese a los avances de formalización del empleo de la última
década.
“Hemos encontrado un Estado puesto al servicio
de la militancia política”, justificó el centroderechista Mauricio Macri, en la
Presidencia desde el 10 de diciembre, tras ocho años de mandato de la
centroizquierdista Cristina Fernández, y cuatro de su ya fallecido marido,
Néstor Kirchner, ambos del opositor Frente para la Victoria.
“Queremos un Estado sin la grasa de la
militancia”, reforzó su ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat Gay, en
alusión a supuestas contrataciones clientelares.
El Observatorio del Derecho Social, de la
Central de Trabajadores de Argentina, contabiliza como despedidos a una
mayoría de empleados de ministerios y empresas estatales, y de gobiernos
provinciales y municipales, cuyos contratos eran temporales y finalizaban el 31
de diciembre.
Pero en muchos casos se trataba de
trabajadores con entre cinco y 10 años de antigüedad, laborando en esas
condiciones.
En La Plata, capital de la occidental
provincia de Buenos Aires, ahora gobernada por Cambiemos, la coalición de
Macri, fueron despedidos 4,500 trabajadores públicos, que además resultaron
reprimidos cuando reclamaron por la medida.
“La forma de enterarnos de los despidos fue
traumática”, relató una de esas afectadas, Marcela López que trabajaba desde
hace ocho años en un programa municipal de asistencia a personas sin hogar, con
un contrato que se renovaba cada tres meses.
“Cuando llegué a mi lugar de trabajo me habían
sacado de la planilla. Nos mandaron a personal y nos dijeron que
estábamos despedidos, aunque ellos no plantean despido, dicen que es contrato
vencido”, lamentó López, sostén de su familia y con un hijo discapacitado.
El gobierno argumenta que son “ñoquis”, como
se llama popularmente en Argentina a los empleados públicos que solo concurren
a su puesto para cobrar el 29 de cada mes, día tradicionalmente dedicado a
comer ese tipo de pasta en el país.
Pero López y otros despedidos aseguran que
tienen como demostrar su asistencia al trabajo y su idoneidad profesional.
“Creo que el tema de los ñoquis es algo
histórico que tiene que ver con un sistema de funcionamiento de la política. A
mí no me parece mal que se quiera ordenar eso. Pero no puede ponerse a todo el
mundo en esa categoría. Sobre todo a quienes si trabajamos y que transformamos
un programa en una política pública”, aclaró.
Julio Fuentes, dirigente de la Asociación
de Trabajadores del Estado (ATE), consideró que si el gobierno
quisiera detectar quien “cobra sin trabajar”, “nadie va a salir a defenderlo”.
“Pero eso se tiene que hacer sobre la base de un análisis serio,
con participación de la organizaciones sindicales, con garantías para que no se
cometan arbitrariedades”, dijo el también presidente de la Confederación
Latinoamericana y del Caribe de Trabajadores Estatales.
En las diversas dependencias estatales,
trabajadores denuncian que son interrogados para saber quien los recomendó,
cual es su trayectoria y formación profesional. Algunos denunciaron que se
revisaron sus perfiles en redes sociales para constatar su militancia política.
“¿Está el Estado hoy en
condiciones de hacer un relevamiento exhaustivo, sistemático de las condiciones
del empleo público cuando no existen siquiera estadísticas oficiales, o un
organismo dedicado exclusivamente a compilar y sistematizar esta información?”,
cuestionó el docente Gonzalo Diéguez, director del programa de gestión pública
del Centro de
Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC)
Para la ATE, es una maniobra para justificar
despidos indiscriminados y reducir el Estado, en el marco del plan de ajuste
emprendido.
Esa arbitrariedad, consideró Fuentes, es
posible gracias a la precariedad del trabajo público, iniciado con la
flexibilización laboral neoliberal de los años 90 en Argentina.
“Hace mucho que venimos denunciando en América
Latina, y en Argentina en particular, la situación de lo que se denomina,
contrato basura o empleo informal, pero que en definitiva son formas que han
tomado los gobiernos para burlarse de la Constitución”, que garantiza la
estabilidad del empleo público, destacó.
Lea Empleo,
Página 2.
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