Universidades, parte 2.
Argentina, hoy con más de 40 millones de
habitantes, destina 6.5 por ciento del PIB a la educación nacional en general,
con lo cual se ubica junto a Brasil como los dos países más destacados en la
materia en América Latina, salvo el caso excepcional de Cuba que pasa el 12 por
ciento, según datos de comparativos de 2010 de la Unesco.
Deserción dura de roer
El ingeniero Jorge Calzoni, rector de la Universidad
Nacional de Avellaneda, contó que desde la
creación de ese centro en 2009 se inscribieron más de 6,000 alumnos, de los
cuales, según subrayó, alrededor de 300 son extranjeros.
Este centro de altos estudios ofrece 25
carreras entre las de pregrado, de dos años de duración, tecnicaturas,
licenciaturas y cursos de posgrado. “No nacimos para competir con las grandes
universidades, sino para complementarlas”, definió Calzoni.
De
ahí que, en lugar de ofrecer la carrera de medicina, que se dicta en
universidades cercanas, ofrezca tecnicaturas y licenciaturas en enfermería, por
ejemplo. También hay estudios de turismo, deportes y recreación, ingeniería
informática y diseño, entre otras áreas.
Pero Calzoni alerta sobre la persistencia de
la importante deserción de estudiantes pese a los tres seminarios de ingreso
que dicta este centro, “para lograr un nivel mínimo que evite el fracaso en el
primer año”. Los alumnos y alumnas tienen, además, parejas de tutores y
profesores auxiliares de apoyo.
“Aún así, 47 por ciento se nos cae”, admitió.
“Del total de inscriptos, la mitad no se reinscribe en el segundo semestre”,
informó. Sin embargo, el rector confía en que algunos son jóvenes que cambian
de carrera o de universidad, o que se van y luego recomienzan.
En ese curso de ingreso, la Universidad de
Avellaneda hace una encuesta, de la cual surgió el dato de que 84 por ciento de
los matriculados provienen de familias de jefes de hogar no universitarios, o
sea que constituyen una primera generación en la educación máxima.
Calzoni señaló además que se funciona en un
área geográfica en la que había una demanda insatisfecha. Eso se ve en la edad
de los inscriptos. El primer año de apertura, el promedio de edad fue de 34
años.
“Eran personas que en otro momento no habían
podido acceder y que ahora vieron la oportunidad, quizás por un tema de
distancia”. Ese promedio de edad fue bajando paulatinamente a 28 y actualmente
está en 24 años, agregó.
Mientras, Gill subrayó que la política de
inclusión también permite actualmente la incorporación de alumnos hipoacúsicos
o con otras discapacidades, además de una gran cantidad de jóvenes procedentes
de países del resto de América del Sur.
“Vienen de Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador,
México y Perú”, precisó. “Argentina tiene un modelo de educación superior único
en acceso.
Entre los datos generales más relevantes
figura que “80 por ciento de la matrícula general universitaria del país
corresponde a las estatales”, aunque la oferta privada es muy importante, con
49 centros distribuidos en distintas partes del territorio nacional, con oferta
muy diversa también, puntualizó el secretario de Políticas Universitarias.
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