Por Alfredo Santana
Bajo la máscara de proveer mejores conexiones de internet
con el sistema U-verse, y servir a sus usuarios con productos de calidad, la
gigante de las telecomunicaciones AT&T no deja de aumentar sus tarifas y
engañar a personas con cobros de nuevas tecnologías que ya forman parte de su
arsenal mercantíl.
Si a eso le sumamos que AT&T es pionera en contratar a
personal de servicios al cliente foráneos, para ahorrarse dineros en salarios
que empleados de este país ganaban hasta hace algunos años, vemos que lo que
les importa es generar más ganancias corporativas a expensas de oprimir
mercados laborales locales.
Esto lo menciono a raíz de la experiencia que tuve en mayo
de este año, y de la cuál sigo teniendo consecuencias negativas, a pesar de que nunca obtuve el servicio que
AT&T me prometió.
Mi travesia comenzó al tratar de obtener una línea de
conexiones menos lenta, y suspuestamente menos cara comparada a la DSL actual.
U-verse comenzó a mercadearse en el 2006, pero no se desplegó en Los Angeles
hasta el 2007, inicialmente en formato experimental. Esta consiste en redes de
fibra óptica inhalambricas que facilitan el flujo de líneas de TV y de internet
sin saturarlas. Podemos decir que el DSL es un formato saturado que contiene
millones de conexiones en la región del sur de California.
CableFax Daily reportó el 24 de julio del 2013 que U-verse representa ya el 51 por ciento de los ingresos por conexiones de internet, comparado al 41 por ciento en el 2012, generando ingresos por 12 mil millones anuales. "Es una meta remarcable, a medida que transformamos nuestro negocio", dijo John Stephens, jefe operativo financiero de AT&T.
CableFax Daily reportó el 24 de julio del 2013 que U-verse representa ya el 51 por ciento de los ingresos por conexiones de internet, comparado al 41 por ciento en el 2012, generando ingresos por 12 mil millones anuales. "Es una meta remarcable, a medida que transformamos nuestro negocio", dijo John Stephens, jefe operativo financiero de AT&T.
El diario The Los Angeles Times
publicó en marzo 9 del 2012 que AT&T ha negociado con compañías de TV
regionales incluír sus programas para distribuirlos en sus redes de conexiones
U-verse, que también se extienden por recepción via satélite.
El contrato me comprometía a pagar $24.99 por mes sólo por
internet, el que incluía un modem y router para U-verse sin costo. Cuando marqué
para cambiar el formato, la
representante al cliente de AT&T operaba desde las Filipinas, pero dijo ser
empleada para servicio al cliente de usuarios en los Estados Unidos.
La Enciclopedia Británica
define esta práctica cómo offshoring, la
que incluye reubicación de servicios digitales y telecomunicaciones de
corporaciones de un país con alto costo a otro. La lógica corporativa es reducir
costos en un proceso llamado arbitraje laboral. No hay que confundir con outsourcing, que casi siempre incluye manufactura o maquila en países
con economías emergentes.
Pues la empleada filipina, quién hablaba muy mal inglés, nunca mencionó que había un cargo por conexión
de $150 dólares, más un costo adicional por recibir cobros digitales vía
email. Me dí cuenta de ello cuando recibí el modem, traté de instalarlo y lo
tuve que regresar por estar defectuoso.
Al llamar a servicios al cliente otra vez para indagar que
sucedía con el aparato, otro representante de AT&T, esta vez en Colombia,
me dijo cómo devolviera el paquete, y me ofreció otros planes de conexión en
DSL por $28 al mes, el que actualmente uso. El 24 de mayo del 2013 opté por
cancelar U-verse.
Después de dos semanas, cobros por el aparato defectuoso y
por el costo de conexión, más la mensualidad de U-verse comenzaron a llegarme
por email y correo tradicional. La supuesta oferta de modem gratis resulto ser
una gran tranza, me cobraban $100 por ello más el costo de un mes de conexión.
Llamé de nuevo a poner mi queja, y esta vez me contestó una
persona en la región de Tijuana, México. Me dijo que ella no podía cancelar
estos cobros, pero me transferiría con un compañero en San Diego, California
para solventar el problema.
Ya con el representante de este lado, los cobros
del hardware y la conexión fueron cancelados, y reafirmó que el
costo por mi contrato de DSL era mensual, y que tendré que renovarlo en un año.
Esta llamada fue hecha el pasado 7 de junio, y me aseguró que ya no recibiría
ningún otro cobro por U-verse.
Pero en la segunda semana de junio me llegó otro cobro por
$100 dólares, debido al costo del modem. Ya un tanto enfurecido, llame de
vuelta y una persona en Nebraska, Estados Unidos me mantuvo en la línea por unos 15 minutos,
mientras comfirmaba que el paquete ya les hubiese llegado de regreso. Así fue,
y el cobro se canceló.
Cuando soñaba haberme liberado de U-verse y sus traiciones
virtuales, el 22 de julio arribó otro cobro por $52 dólares, supuestmente por
haber usado esa línea el 25 de mayo, siendo que devolví los aparatos y cancelé el servicio por haber fallado en primera
instancia.
Esta vez les marqué y los amenazé con cancelar la cuenta
telefónica y la de internet que tengo con AT&T si seguía recibiendo cobros
por algo que nunca utilicé. Borraron el último, prometieron que ya no enviarían
otro, y que mi cuenta con U-verse ya estaba archivada en cero.
Por esto, concluyo que el mercadeo global a la AT&T nos
afecta en formas nunca antes vistas, denigra el concepto del servicio honrado y
efeciente al cliente del que muchos empresarios y empleados se regodean en un
sistema mercantil que promueve y motiva ventas de servicios con nuevas y más
rapidas tecnologías, y que muchas veces termina siendo abusivo, elimina plazas laborales y es salarialmente negativo para personal de este mismo país.
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