viernes, 29 de marzo de 2013

Relatan vivencias de la Guerra Cristera(1)



Por Alfredo Santana

Felipe Santana Hueso y su esposa Josefina Flores son sobreviventes y testigos de la Guerra Cristera en el poblado de Ejutla  Jalisco, y contaron cómo el padre Rodrigo Aguilar, canonizado por el Papa Juan Pablo II, fue ahorcado por gendarmes durante el tiempo del gobierno del general mexicano Plutarco Elías Calles.

Felipe, quién nació en el año 1923, dijo que la noche del 29 de octubre de 1927 a la 1 a.m. miembros de un batallón de soldados se reunió en la plaza central del pueblo al frente de la iglesia, y lanzaron una soga sobre una rama de un frondoso árbol de mango, para subir al padre Aguilar, mártir del movimiento civil.

“Ví cuando estaban en la plaza colgando al padre Rodrigo. Ví cuando lo colgaron. Vine a la casa y les dije a mi familia que habían colgado a un padre”, dijo Felipe, quién cumplirá 90 años el 7 de septiembre.  “Nomás estaba diciendo que lo ahorcaran, debido a que seguía a Cristo Rey”.

A pesar de que Felipe ha desarrollado sordera, Josefina mencionó que cuando escuchaba bien él le narró parte de los relatos entre los soldados y el párroco minutos antes de ahorcarlo.

“Lo subieron una vez con una soga, y lo bajaron tantito. El padre decia: ¡Que viva Cristo Rey! Y no bajaba de eso.  Y los otros eran revolucionarios”, dijo Felipe, quien tenía cuatro años cuando atestiguó el ahorcamiento de Aguilar.

Sin embargo, fue José Flores, el tio de Josefina, quién le contó con detalles la muerte del cura.
“Mi madre estaba moliendo en casa en el metate, y que llega un soldado y dice ‘madre, en donde están las muchachas? ¿Y luego tu que estás haciendo?’”

La madre de Josefina respondió “pues moliendo maiz para cenar,” y que no había muchachas en casa. Después el soldado le pidió le prepara un sope de maza cubierto con carne picada y verduras para cenar, ya que era de noche.

Al poco tiempo llegó otro gendarme, y también le preparó comida “y ambos cenaron muy a gusto”, le contó su madre a Josefina.

Josefina dijo que cuando terminaron de cenar, el mayordomo de los ‘guachos’ le firmó un documento a la señora para en caso alguien de sus tropas los molestara, lo produjera para que dejaran en paz a su familia. “Lo miró y sí estaba bien escrito”, mencionó, citando a su madre.

Cuando los soldados se marchaban, su tio José llegó corriendo a informarle a su madre las noticias de la plaza.

“Decían, ¿quién vive? Querían que dijera que viva el supremo gobierno y ‘no te colgamos’. Y el decía ‘Cristo Rey y la Virgen de Guadalupe’. Y lo bajaban otra vez, y le preguntaban quién vive, y el decía Cristo Rey y la Virgen . Lo subieron tres veces, y a la tercera lo dejaron allí”, relató Josefina.  “Todo el mundo se iluminó de blanco”.

Felipe mencionó que sólo unos cuantos contemporaneos  aún viven en la región que fueron testigos de esa guerra, y que antes el tren de vida y alimentos menos dependientes de hormonas permitían a sus residentes vivir más años .

“Antes habían muchos viejitos en la mayoría de las casas, casi era rara la casa que no tuviera viejitos”, dijo Felipe con voz quebradiza. “Quién sabe porque antes la gente duraba mucho más que ahora. Antes nos daban de bastimento un pedazo de carne de puerco y trascendia tan bonito. Ahora ya ni huele, por tantos químicos”.

Josefina agregó que los populares, o Cristeros opuestos al regimen de Elías Calles, le robaron a su padre cobijas y otras pertenencias cuando vivía en rancho cercano llamada El Estanco.

“Mi padre era muy matado y muy arreglado en sus cosas. En su familia eran cuatro hombres y dos mujeres. Les llegaron a robar cobijas nuevecitas, los populares abrían la puerta y los dejaban en el puro frillazo”, dijo Josefina.

Tan friccionada estaba la región entre católicos y la armada federal que tres o cuatro años antes de la muerte de Aguilar  un grupo de Cristeros iba a colgar erroneamente al abuelo de Josefina al acusarlo de “darle de comer a los militares”.

Lo tomaron en una emboscada, lo llevaron a un árbol en las orillas del pueblo, le echaron la soga al cuello, cuando alguien que pasaba preguntó que le iban a hacer.

Eventualmente Don Julián Velazco, amigo de los líderes Cristeros de la región, intervino para ofrecer su vida a cambio de la del abuelo de Josefina, ya que él “era un campesino de quién dependían sus hijos e hijas”. Ambos salieron vivos y libres, dijo Josefina. 

Favor de leer Cristeros, Parte 2.


Relatan vivencias de Guerra Cristera(2)



Cristeros, Parte 2.

Fechas del conflicto
El periodo de la Guerra Cristera duró oficialmente de 1926 a 1929, cuando Elías Calles decidió aplicar el artículo 130 de la constitución del país, que permitió al gobierno federal controles más severos hacia los seguidores, y practicantes de la religión católica, cerrando iglesias y destruyendo imagenes religiosas. 

Calles fue presidente de México de 1924 a 1928, pero él continuó siendo el hombre fuerte, o gobernante de facto en el país hasta 1935, en un periodo conocido como El Maximato, durante el cual  los ataques a los católicos disminuyeron, pero no cesaron en áreas rurales y poblados pequeños por policías locales.

Calles también fue el fundador del Partido Nacional Revolucionario (PNR), que al poco tiempo se convirtió en el Partido Revolucionario Institucional (PRI).

La Guerra Cristera comenzó en la región norte de Jalisco, pero rápidamente se expandió al sur del estado, a la capital Guadalajara, y a los estados vecinos de Zacatecas, Guanajuato y Michoacán. Hubo ocasiones en que muertes a manos de los militares incluyeron a mujeres y niños que se encontraban en zonas a ser “despoblacionadas”. 

En ese periodo, México contaba con alrededor de 15 millones de habitantes, pero  unas 750,000 personas huyeron a ciudades estadounidenses como Los Angeles, San Diego y Chicago.

En 1934, el Obispo de Los Angeles-San Diego John Joseph Cantwell organizó una marcha de refugiados Cristeros en Los Angeles, la que sumó 40,000 personas.

Oficialmente, el conflicto terminó el 27 de octubre de 1929, cuando el embajador de Estados Unidos en México  Dwight Whitney Morrow organizó una serie de almuerzos diplomáticos con Elias Calles, quién fue ateo,  para lograr el cese armado.

El conflicto, popularmente conocido cómo La Cristiada, dejó un saldo de 90,000 muertos, 30 mil de ellos Cristeros, sin contar las victimas después de los acuerdo de paz.  

San Rodrigo Aguilar se ha vuelto en un estandarte espiritual de miles de migrantes en los Estados Unidos, en Ejutla, y también en poblados aledaños  como El Grullo, Unión de Tula, Autlán de Navarro,  El Limón y Casimiro Castillo.

Imagenes del San Rodrigo Aguilar son encontradas en calendarios actuales, llaveros, tazas de café, banderitas del pueblo y objetos decorativos ligados con Ejutla y sus fiestas patronales.

Unos 45 curas fueron torturados, acribillados o ahorcados durante La Cristiada.

Antes de ser capturado por las fuerzas de Elías Calles en Ejutla, Rodrigo Aguilar trató de perderles la huella al huir de Unión de Tula a Ejutla, poblados a 22 kilómetros de distancia donde Aguilar fue párroco.

En 1992, Rodrigo Aguilar Alemán fue beatificado en Ciudad El Vaticano, y el 21 de mayo del 2000 fue canonizado por el papa Juan Pablo II.

Organismos de migrantes de Jalisco en California estiman que en la zona metropolitana de Los Angeles y en California viven y trabajan de entre tres y hasta 10 mil personas nacidas en Ejutla.

Con sólo tres mil habitantes, Ejutla es el segundo municipio más pequeño de 125 que tiene Jalisco. El pueblo se ubica a 175 kilometros al suroccidente de Guadalajara, la capital del estado.

lunes, 4 de marzo de 2013

Sindicatos y Estados: nuevas coyunturas en AL(1)



La detención de la líder magisterial y operadora política mexicana Elba Esther Gordillo muestra el peor rostro de un sindicalismo que creció en alianzas corruptas con partidos y Estado. Pero las organizaciones de trabajadores de hoy enfrentan otros desafíos en América Latina.

"Las prácticas democráticas no vendrán del gobierno. Hay un panorama bastante espeso en el ámbito laboral. El nuevo gobierno ha avanzado aceleradamente con las reformas, que amenazan al trabajo" mismo, advirtió Héctor de la Cueva, del Centro de Investigación Laboral y Asesoría Sindical.

En México entró en vigor esta semana una reforma educativa del gobierno de Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que contiene la evaluación del personal docente, la eliminación de las plazas hereditarias y un censo de escuelas y maestras. 

Precisamente a este ámbito se dirigen las miradas por la investigación judicial que llevó, por orden de la Procuraduría (fiscalía) General de la República, a la detención de Gordillo el martes 26 de febrero, por cargos de evasión fiscal, lavado de dinero y asociación para delinquir.
 

Gordillo, dirigente desde los años 70 y máxima líder desde 1988 del
 Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) que se opone a la reforma, es acusada del desvío de unos 200 millones de dólares de las cuotas de 1.6 millones de afiliados, que hacen a esta organización la mayor de su tipo en América Latina. 

La "maestra", como se la conoce, fue senadora y diputada y, entre 2002 y 2005, secretaria general del PRI, que gobernó México casi todo el siglo XX y acaba de retornar al poder. Tras su expulsión de esa fuerza política, apoyó e hizo pactos con el Partido de Acción Nacional (PAN), en cuyas manos estuvo el Poder Ejecutivo entre 2000 y 2012.
 

Con Gordillo, Peña Nieto repite golpes de otros mandatarios, como Carlos Salinas (1988-1994), también del PRI, quien impulsó en 1989 una investigación judicial contra el dirigente petrolero Joaquín "La Quina" Hernández, al parecer por no apoyarlo en una puja partidaria interna.
 

Hernández fue condenado a más de 30 años de prisión por asesinato, contrabando y acopio de armas y evasión fiscal. Pero el gobierno lo amnistió en 1997. Salinas desplazó, además, al líder magisterial Carlos Jonguitud por una huelga de educadores y lo sustituyó por Gordillo.
 

Pero al margen de estos desplazamientos forzados, el recambio de dirigentes en el movimiento sindical mexicano es generalmente cosmético con el ascenso de dirigentes del mismo sector enquistado en la estructura tradicional creada por el PRI.
 

Desde 2009, el Comité de Expertos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) tiene activos al menos cinco casos de México sobre libertad sindical y contratos colectivos de protección patronal.
 

Este país aún no ratifica el Convenio 98 sobre contratación colectiva de la OIT.
 

El sindicalismo en Colombia afronta un tipo muy distinto de problemas. Ese país ostenta el nefasto título de campeón mundial de dirigentes asesinados y la menor tasa de afiliación de América del Sur, al bajar de 9.3 por ciento de los empleados en actividad en 1984 a 4.2 por ciento en 2009.
 

El principal vicio es el divisionismo. Existen distintas centrales y sindicatos acusados de seguir los lineamientos empresariales y otros de tendencia izquierdista.
 

Es un movimiento débil, ante lo cual "la patronal puede implantar más fácilmente sus modelos neoliberales", dijo el exdecano de la Facultad de Derecho de la estatal Universidad Nacional de Colombia, Ricardo Sánchez.
 

En ese marco contradictorio, el sector más perseguido es el magisterial, por su formación académica e influencia en las comunidades. Le siguen los trabajadores y trabajadoras del banano, del cemento, del ramo alimentos y bebidas, de la salud pública, de la palma aceitera y del petróleo.
 

En los últimos 26 años Colombia tiene un promedio anual de 115 asesinatos de sindicalistas, sobre todo a manos de militares, policías, la inteligencia civil, paramilitares de ultraderecha aliados de las fuerzas gubernamentales y la Fiscalía General de la Nación, según el estudio "Reconocer el pasado, construir el futuro: Informe sobre violencia contra sindicalistas y trabajadores sindicalizados 1984-2011", publicado en 2012 con auspicio de Naciones Unidas.
 

Sindicatos y Estados: nuevas coyunturas en AL(2)



El Tratado de Libre Comercio entre Colombia y Estados Unidos, que entró en vigor el año pasado, contiene un plan de acción para derechos laborales, incumplido según la no gubernamental Oficina en Washington para América Latina (WOLA por sus siglas inglesas), que dirigió el 25 de febrero una carta al gobierno colombiano. 

"La situación del sindicalismo sigue grave. Aunque hubo una importante baja en el número de sindicalistas muertos en los últimos años, ser militante laboral sigue siendo una ocupación muy peligrosa. Las amenazas contra líderes han aumentado en el último año. Ningún caso ha llegado jamás a una condena", denunció Adam Isacson, de WOLA.
 

"Y ahora vemos que algunos de los compromisos del Plan de Acción están siendo incumplidos, especialmente los que tienen que ver con la disolución de cooperativas y las inspecciones", explicó.
 En Brasil, los dos mayores problemas del sindicalismo, en el que prevalecen corrientes izquierdistas, son "la baja representatividad y la excesiva fragmentación", según José Dari Krein, director del Centro de Estudios Sindicales y Economía del Trabajo de la estatal Universidad de Campinas. 

La legislación brasileña estipula un impuesto anual equivalente a un día de trabajo a todos los empleados para financiar los sindicatos. Es "un cuchillo de dos filos", pues asegura autonomía financiera y legal ante las empresas, pero "genera vicios, como la larga permanencia en los cargos de dirección" y baja representatividad, estima Dari.
 

Las organizaciones brasileñas, que "entraron en crisis" en los años 90 debido al alto desempleo y a la represión gubernamental, se vienen recuperando, favorecidas por el dinamismo actual del mercado laboral, según Dari.
 

"El año pasado se registraron muchas huelgas" y la conflictividad irá en aumento en la medida en que la industria enlentezca su producción.
 

En Argentina, el sindicalismo aparece más fragmentado por su ubicación ante el gobierno del Frente para la Victoria, sector centroizquierdista del Partido Justicialista (peronista).
 

La Confederación General del Trabajo (CGT), que en los años 40 se constituyó en pieza fundamental del engranaje peronista, vivió en 2011 una nueva división ante otro gobierno de ese origen.
 

El sector de la CGT liderado por el camionero peronista Hugo Moyano se distanció el año pasado del gobierno que había apoyado desde 2003.
 

La otra facción de la CGT, encabezada por el metalúrgico Antonio Caló, aparece hoy más cercana al gobierno.
 

En los años 90 surgió en ese país una segunda agrupación de tercer grado, la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), que se hizo fuerte en su resistencia al proceso de venta de las empresas públicas llevado a cabo por el gobierno de Carlos Menem (1989-1999).
 

De tendencia centroizquierdista y ajena al peronismo, la conformaron sindicatos de maestras, empleados públicos, judiciales y otros, disidentes de la CGT, así como agrupaciones de jubilados, de desempleados y de sectores ignorados por el sindicalismo tradicional.
 

También la CTA se fracturó en 2010 ante el dilema de cómo reaccionar ante un gobierno con similitudes ideológicas.
 

Por estas y otras razones, el divisionismo parece ser uno de los peores virus del movimiento sindical latinoamericano.