Una vez que la soja se siembra, los genes modificados se injertan en las tierras. |
Soja, Página 2
Según
la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación
y la Agricultura (FAO), Argentina tiene todavía disponible para
cultivar 14.4 por ciento de su territorio, casi una hectárea por
habitante.
Por eso, para Toledo la seguridad alimentaria
y la soja “van por carriles separados”.
La cuestión es si “están brindando a los
productores, básicamente pequeños y medianos, mejores condiciones para que
diversifiquen su producción”, subrayó.
Seguridad alimentaria
Para
fortalecer el sector, el gobierno de Cristina Fernández, creó en 2008 la
ahora llamada Secretaría de Agricultura Familiar y Desarrollo Rural.
El
20 de enero se promulgó además una ley, cuyo título es una declaración de
intenciones: “Reparación histórica de la agricultura familiar para la
construcción de una nueva ruralidad en Argentina”, y que la califica
de “interés público” por su contribución a la seguridad y soberanía
alimentaria.
Cifras
del gubernamental Registro Nacional de Agricultura Familiar indican
que el sector representa 20 por ciento del PIB agropecuario y de las tierras
cultivadas, 65 por ciento de los productores y 53 por ciento del empleo rural.
Además, aporta más de 70 por ciento de los alimentos consumidos en el país.
Pero 66 por ciento de estos productores viven
en pobreza, puntualiza la FAO.
Entre los objetivos de la Secretaría está el
revertir la migración a las ciudades, creando un millón de unidades
agropecuarias, que englobarían a cinco millones de personas.
“Necesitamos 50 años de un proceso de
inversión en el sector agropecuario para recuperar todo lo que se destruyó”, declaró
su titular, Emilio Pérsico.
Pero Pérsico considera que “el tema no es la
soja, es el agronegocio”.
“Los conflictos más importantes que tenemos no
son con la soja. En Santiago (del Estero) tenemos problemas con ganaderos, en
Río Negro con los productores de alfalfa, en Misiones con los exportadores de
pinos, en Mendoza con los productores de vino”, ejemplificó el funcionario,
citando diversas provincias.
Miguel
Fernández, presidente del Foro Nacional de Agricultura Familiar,
menciona otras causas del éxodo como la deforestación (parcialmente impulsada
por la soja), el cambio climático (que con inundaciones y sequías extremas
castiga a los campesinos pobres), y los meganegocios inmobiliarios, turísticos
y agropecuarios.
“Nos están achicando las posibilidades de
producir más o de ser dueños de la tierra. Nos fueron corriendo a los pequeños
los que tienen plata (dinero), como si fuéramos perros, arrinconándonos”, se
lamentó.
Para revertir el proceso, aseguró Vicente,
habrá que combatir otras cuestiones esenciales como el monopolio de las
empresas transnacionales de las semillas de los cultivos transgénicos o como
estos “desplazan y contaminan a otros cultivos”.
“Estos agroquímicos y semillas, van dejando
los suelos devastados. Nos preocupa que tengamos el suelo pero que después no
podamos producir”, concluyó Fernández
La soja en cifras
Argentina es el primer exportador mundial de aceites y de harinas de soja y el tercer exportador de grano.
Con 31 millones de hectáreas cultivadas, el país ocupa el décimo lugar en producción después de Estados Unidos (162.7 millones de hectáreas), India (157.9 millones), Rusia (121.7 millones), China (109.9 millones), Brasil (61 millones), Australia (47.1 millones), Canadá (45.1 millones), Nigeria (34 millones), y Ucrania (32.4 millones) según reportan Acsoja y la FAO.
Argentina es el primer exportador mundial de aceites y de harinas de soja y el tercer exportador de grano.
Con 31 millones de hectáreas cultivadas, el país ocupa el décimo lugar en producción después de Estados Unidos (162.7 millones de hectáreas), India (157.9 millones), Rusia (121.7 millones), China (109.9 millones), Brasil (61 millones), Australia (47.1 millones), Canadá (45.1 millones), Nigeria (34 millones), y Ucrania (32.4 millones) según reportan Acsoja y la FAO.
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