Brasil 2014, parte 2.
La multiplicación y la concentración de
trabajadores en grandes obras diseminadas por el país empoderó a los obreros de
la construcción. Tras numerosas huelgas, obtuvieron aumentos salariales y
beneficios como visitas familiares más frecuentes para los alejados del hogar.
Pero las condiciones de seguridad siguen
precarias y los accidentes se repiten, casi siempre por falta de medidas de
protección colectiva, como las ambientales y andamiajes seguros, señaló Vitor
Filgueiras, economista que investiga el tema en su postdoctorado.
La tercerización, “una forma de transferir
riesgos”, agrava el cuadro de trabajo inseguro e incluso análogo al de la
esclavitud, arguyó.
La Copa fue foco común de todas las protestas
y huelgas recientes, de estudiantes, profesores y conductores de autobuses.
Pero el apoyo popular a las marchas y batallas callejeras decayó notablemente,
según las encuestas, para suerte del gobierno de Dilma Rousseff.
Hace un año, 54 por ciento de los
entrevistados por el Instituto Vox Populi aprobaban las protestas, ahora solo
18 por ciento. Eso disminuye el riesgo de actos masivos, pero grupos de decenas
de activistas paralizan actualmente ciudades, en una especie de guerrilla
favorecida por la congestión urbana permanente.
Además las elecciones presidenciales y
legislativas de octubre politizan el fútbol. La Copa y el gobierno están
vinculados para la opinión pública. Un fracaso brasileño, en los estadios o en
la organización, fabricaría votos opositores.
La presidenta sigue como favorita a la
reelección, pero el fútbol ganó peso electoral, sumándose a otras iniciativas
gubernamentales que también parecían buenas cuando se adoptaron, y ahora ya no.
Por ejemplo, la compra de la refinería de
Pasadena, Texas, en Estados Unidos, impulsaría la expansión internacional de la
petrolera estatal Petrobras y le permitiría refinar su crudo pesado.
Pero la adquisición costó el triple del
contrato inicial de 360 millones de dólares y perdió importancia porque Brasil
aumentó su producción de petróleo liviano. El caso está bajo investigación de
órganos de control y amplificó otros escándalos de Petrobras.
Medidas para abaratar la electricidad en 2012
y beneficiar a la industria y a la población, también se revelaron un desastre.
Estimuló el consumo cuando una prolongada sequía redujo la generación
hidroeléctrica, desencadenando una crisis energética, con amenaza de apagones.
El descontento, fomentado asimismo por
inflación elevada y bajo dinamismo económico, contagió la Copa, ya afectada por
factores propios. Las exigencias de la FIFA crearon “un estado de excepción”,
escribió Lygia Cavalcanti, una jueza del Trabajo, en la revista de la
Asociación Jueces para la Democracia.
Brasil aceptó “la suspensión temporal” de su
ordenamiento jurídico para acoger el Mundial, explicó.
Se prohibió el comercio en dos kilómetros alrededor
de los estadios, se desplazaron residentes y se recurre al trabajo de 18,000
voluntarios, cuando la ley solo admite el voluntariado para instituciones
culturales, cívicas o asistenciales, sin fines de lucro.
Además, la FIFA logró registrar excepcionalmente
como sus marcas exclusivas, durante este año, cerca de 200 palabras,
expresiones y símbolos de uso común. Muchos nombres con el número de este año,
como “Brasil 2014” o “Natal 2014”, solo pueden emplearse comercialmente pagando
derechos a la FIFA.
La excesiva mercantilización llevó a la FIFA a
cobrar 28,000 reales (12,500 dólares) de la Asociación Recreativa y Cultural
del Alzirão, que desde 1978 promueve una fiesta callejera en Rio de Janeiro,
exhibiendo en una gigantesca pantalla los partidos de la selección brasileña en
la Copa.
Alzirão debería pagar por derechos de imagen,
ya que su evento se convirtió en un espectáculo con más de 30,000 personas
diarias. Un pedido del alcalde Eduardo Paes convenció a la FIFA de eximir la
celebración sin fines lucrativos, informó Ricardo Ferreira, presidente de la
Asociación.
La movilización para la Copa “estuvo tibia,
pero empieza a calentarse”, evaluó Ferreira en vísperas del comienzo del
torneo. Un triunfo de Brasil en el partido inaugural en el Arena Corinthians de
São Paulo podrá alentar la población y restablecer la alegría del fútbol,
sostuvo.
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