Por Alfredo Santana
Barack Obama debe tratar el tema del
cambio climático en este país y en el planeta en sus dos siguientes debates
presidenciales contra el republicano Mitt Romney, ya que ignorarlo dejará
muestras de descuido e ignorancia en áreas urbanas y en paises que ya sufren
cambios radicales en sus ecosistemas.
El sitio de internet Care2.com ha recabado más de 17,000
firmas para instar que el presidente Obama y Romney incluyan en sus
confrontaciones propuestas para reducir el uso excesivo de gasolinas, hacer
mejor frente a incendios forestales y sequías nunca vistas en los Estados
Unidos, y proponer el uso de mejores energías alternativas, o “verdes”.
El presidente Obama, siendo el líder del
país más industrializado del
planeta, tiene la responsabilidad de promover agendas nacionales y globales que
fortifiquen los conceptos de uso de menos hidrocarburos, y materias que no dañen
la capa de ozono, las que están causando estragos en nuestra tierra más rápido
de lo pensado por muchos cientificos internacionales.
De igual forma, Obama puede anotar puntos a favor al
desnudar las posibles carencias de un plan congruente de su oponente al negar el
calentamiento global, y la tendencia de Romney a establecer programas, normas y
leyes que favorezcan el movimiento de corporaciones y fabricas sin medir el
daño de contaminantes que estas arrojan a la atmósfera, como en China y México.
Corporaciones globales, al reubicarse de país, obtienen
permisos y leyes especiales otorgados por las naciones huéspedes, arrazan con
recursos naturales vírgenes, o solo usados por sus habitantes, para ensamblar o
fabricar objectos que se exportan a Estados Unidos, Europa, Japón y regiones industrializadas.
En ciudades como
Los Angeles , donde yo vivo, las
estaciones de verano y los otoños en los ứltimos cinco años se han
caracterizado por ser extremadamente calientes, y por tener días de arriba de
100 grados Farenheit, o unos 40 grados centígrados entre octubre y noviembre.
Recuerdo bien que en los 1990s los veranos, si bien eran
cálidos, no se sentían tan extremos, y solían guardar los tiempos de entre
junio a septiembre. Esa norma climática parece ya no ser.
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