Personalmente, Cornell es uno de mis mứsicos predilectos, y
creo tiene mucho valor en brindar su apoyo al presidente, lo que implica
riesgos en un campo donde lo logrado en líricas y mứsica se basa en experiencias propias, hablan de derrotas
personales y raramente culpan a políticas por ello.
Creo que las pólizas de los presidentes demócratas tienden a
ser mejores para el beneficio social en general, aunque esta vez, por haber
heredado ‘La Gran Depresión’, los rescates financieros a bancos y corporaciones
automotrices y la lenta recuperación de la economía le han garantizado a Obama enfado
y hastío de muchos que lo apoyaron en el 2008.
En este 2012, buen rock
and roll es difícil conseguir en tiempos donde reina lo comercial, mundano
y lo que deja dinero rápido a radiodifusoras y disqueras, qué ahora venden más
mứsica digital que CDs. Cornell tiene fama de ser un artista creativo distante
a las influencias corporativas de la industria, quien gusta de ser rodeado por
mứsicos que comparten su filosofía.
Cornell no es una estrellita efimera que busca fama o placer
momentaneo, pueril o fugaz. Es un artista del género grunge, que surgió en un campo durisimo al comienzo de los 1990s,
lleno de adversidades, donde solo los persistentes lograron grabaciones, se
sobrepusieron a hambres, armaron presupuestos propios para lograr conciertos, y
gastaron en gasolina y vehículos para transladarse de una ciudad a otra.
Cornell también fue vocalista del
grupo Audioslave, ganó un Grammy en 1990 y ha grabado por lo menos doce albumes
como solista y en sus grupos.
Además, debió de sobreponerse al flajelo de las drogas. El
fué adicto al PCP, un químico que fumado causa alucinaciones y es tóxico. En una
entrevista en Details.com, Cornell menciona
que por varios años tuvo que dejar su profesión para “limpiar” su cuerpo, y
resarcirse de sus efectos. Ha tenido tres esposas, y hoy vive con la francesa
Vicky Karayiannis, con quién tiene una niña.
Otros famosos rockanroleros Americanos, como
Bruce Springsteen o Bon Jovi han realizado conciertos para apoyar causas de
presidentes demócratas o republicanos, y sus persuaciones políticas han sido
levemente cuestionadas, quiza porque eran tiempos menos hostiles. El caso de
Cornell debería ser similar, aunque esta vez yo sí lo apoyo en su decisión.
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