Por Alfredo Santana
Meses antes de las abrumantes victorias del Partido
Revolucionario Institucional (PRI) en elecciones locales y federales en México,
imagenes de manipulación y manejo inescrupuloso de recursos lucían en pueblos como Ejutla, en Jalisco, constante que parece tomará más fuerza cuando esos cuadros tomen
oficialmente las presidencias municipales que ganaron hace un mes.
Hace tres semanas volví de Ejutla, sitio al que viajé para
verificar la propiedad de mi padre esté en buenas condiciones, ya que este año el
temporal de lluvias de verano ha sido muy fuerte. Abel González, un
jornalero local, casado y con dos niñas adolescentes de familia recibe un pago
de mi familia de $300 pesos al mes, unos $27 dólares por mantener limpio la casa de mi padre.
Ya en enero pasado, había vuelto a Ejutla, un pueblo de no
más de 3,000 habitantes, para reconectar el suministro de luz a la casa, pagar
impuestos prediales y pagarle a Abel trabajos de fontanería y su salario de
varios meses. Al visitarlo a su casa, miré que varias etiquetas y calcomanías
de candidatos del PRI estaban pegadas a su puerta. Le pregunte porqué:
“Pues por ahí pasan, y las dejan a cada rato. Yo ni les hago
caso”, dijo Abel, con afán de menosprecio.
¿Pero no te enfada eso? insistí. ¿Te piden permiso para
ello, o eres del PRI?
“No, pero cuando me molestan, pues las quito”,
respondió.
Abel dice que ello fue una práctica comứn en la recién
finalizada campaña, en casi todas las casas del
pueblo.
Al caminar por la plaza central, enmarcada por una magnífica
iglesia de dos torres con arquitectura árabe, corredores con arcos coloniales
que emanan de casas, pequeñas tiendas y de la iglesia antigüa del
pueblo, miraba que banderas y anuncios de ese partido llamaban la atención de cualquier
morador o caminante.
De hecho, una casa de esos portales funciona como
la oficina local del PRI.
Desde entonces, solo ese partido tenía presencia en las
calles, y ni el Partido Acción Nacional (PAN) hacía su trabajo para
contrarrestarlo. A pesar que el PAN aứn mantiene la presidencia municipal, residentes
rumoran que dinero de otros municipios, y hasta del
narco, ayudaron al PRI ganar en Ejutla.
Lo que creó un ambiente de tensión y zozobra yo no había
sentido ahí en muchos años.
El presidente electo Ignacio Ramirez Rodríguez, quién
trabaja como maestro de escuela
primaria, ha negado versiones que lo vinculan con dineros malhabidos.
Volviendo con Abel, el mes pasado me dijo su esposa fue
operada de emergencia, y anda urgido de dinero. Ejutla, un pueblo
historicamente exportador de migrantes a los Estados Unidos, ha sufrido mucho
la recesión económica, ya que hoy decenas de miles de migrantes del
pueblo envían pocas remesas para sus seres queridos, y para sostener sus casas.
Al haber pocas líneas de dólares del
migrante, las fuentes de trabajo escasean, y muchos entran en crisis. Abel se
sostiene de trabajar en varias casas, tanto de migrantes, como
de algunos ganaderos locales, ya que actividad laboral local es poca y se enfoca en agricultura y ganadería. Ejutla es un pueblo muy pequeño y distanciado de poblados grandes, enclavado en
el sur del estado, rodeado por
montañas y cerros de la Sierra Madre Occidental.
Un lugar digno para vacacionar por las maravillosas vistas naturales y de sus construcciones historicas, para personas que vivimos en Estados Unidos, o para aquellos que viven en Guadalajara, pero localmente hostil para vivir.
Me pidió un préstamo de unos $700 dólares, los que tenemos
que negociar como me los pagaría.
Abel tiene una pequeña casa en propiedad, con un valor de unos
$300,000 pesos, o no más de $27 mil dólares. Me contó que un cacique local le
ofreció los $700 dólares, pero Abel debía de hipotecar las escrituras, o el título de propiedad de su casa.
El se negó a ese préstamo opresivo.
Sin embargo, los costumbrismos electorales volvieron a las andadas,
y engolfaron a personas pobres y con educación básica, victimas tradicionales del
populismo revolucionario. Abel portaba una gorra roja, con el escudo del
partido, ya que dijo se la habían regalado días antes de julio1.
Abel no tiene seguro médico, y su esposa
necesita un escaneo para asegurarse que un tumor extirpado no deje rastros de
cáncer.
A pesar de la necesidad vital de recursos, Abel aứn no
considera emigrar a los Estados Unidos por no tener documentos, o mudarse a Guadalajara, la segunda ciudad más grande del país a lograr un mejor empleo“ya que por lo menos en el pueblo sacan para comer", y tiene casa.