viernes, 19 de agosto de 2011

Sepsis y la batalla por la vida de Ernesto (2)


Mi hermano fue intubado, ya que uno de sus pulmones colapso durante la operación. Entonces el recibio respiración mecánica inducida, y según Bernstein, y varios enfermeros en la sala cuidado intensive, su condición no permitio que los tubos nasales, uno a los pulmones, y el otro a la boca del estómago, fueran removidos. Bacteria también pudo introducirse a través de esos tubos.

Sepsis causa que la presión sanguinea baje demasiado, genera una “inflamación” en todo el cuerpo, y hace que organos vitales, como los pulmones y riñones fallen en sus funciones. Ernesto desarrollo una leve, pero notoria pigmentación rojiza en sus brazos. En varias ocasiones, el latido de mi hermano fue demasiado rápido.

Le administraron soluciones con sal, para aumentar la presión sanguinea, pero no resulto. Lo increible de esta situación, es que el cuerpo de un humano al momento de ser afectado por microbios, responde agresivamente en la creación de glóbulos blancos y otras defensas para atacarlos. Ernesto así respondio.

El sitio www.emedicinehealth.com, en la dirección de internet http://www.emedicinehealth.com/sepsis_blood_infection/page7_em.htm,
indica que cientificos “están trabajando para descubrir medicamentos que modifiquen la agresiva respuesta del cuerpo humano a bacterias y microbios en condiciones de salud delicadas, lo que conlleva a la sepsis”. El sitio indica que investigaciones cientificas sobre tratamientos para la sepsis han fracasado en los últimos 20 a 30 años.

A sabiendas que estos riesgos de infección son grandes en salas de hospitales donde descansan los pacientes, las temperaturas suelen mantenerse en alrededor de 75 grados Fahrenheit. Temperaturas más bien frias suelen evitar la propagación, y contagio de germenes patogenos como bacterias y microbios.

Sepsis es una enfermedad muy grave. El riesgo de muerte es del 40% en todas las personas que la contraen, y hasta de 80% en personas que tienen condiciones médicas delicadas, como bronquitis, lesiones severas, y otras.

En sus tres días post-operativos, Ernesto respondio bien a los medicamentos, tuvo buen flujo renal, y presento pocos problemas respiratorios. Los problemas comenzaron cuando el equipo de médicos y enfermeros trataron de retirarle los tubos que respaldaban su respiración mecánicamente.

Conforme pasaron los días, su cuerpo empezo a inflamarse, y la orina casi se extinguio.

Una enfermera en turno me dijo dos días antes de su partida: “Ernesto está muy enfermo”. Ella le grito por su nombre, y Ernesto salio de su estado de shock, al mover un brazo y un poco su cabeza, para luego pasar a estar somnoliento otra vez. Yo me acerque a Ernesto, y le dije al oído que las cosas estaban mejorando, y que iban bien. El no podía hablar, ya que los tubos le impedian hacerlo, aparte de estar semi-anestesiado.

Aunque una vez, antes de que una enfermera tomara una muestra de sangre de su brazo derecho con una jeringa, Ernesto desperto, y me dijo con su cabeza moviendola negativamente “No, alejala de mi”.

Pero ni ella, ni el doctor Bernstein me explicaron cual era la infección, o el desequilibrio con el que Ernesto batallo hasta el último minuto.

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