La investigación se propuso mostrar cómo surgen y se consolidan los liderazgos de mujeres en ámbitos locales. Cómo enfrentan las dificultades y cómo se relacionan con el Estado y sus políticas para alcanzar sus metas, que son diversas.
La Organización Barrial Tupac Amaru, de Jujuy, liderada por Milagros Sala, comenzó en plena crisis socioeconómica en 2001 a construir hornos de barro para hacer pan y comedores para la merienda de los niños.
Para 2003, esa entidad organizó cooperativas de vivienda y emprendimientos productivos y hoy cuenta con 4,500 soluciones habitacionales en Jujuy, además de unidades que ofrecen servicios de educación, salud y esparcimiento para poblaciones vulnerables.
"Ahora las mujeres trabajan en la construcción, en la metalurgia, en la fábrica de bloques", dice Sala al narrar su experiencia que creció a partir de la articulación con el Ministerio de Desarrollo Social y el de Infraestructura y Vivienda.
Otra de las experiencias recogidas por el banco es la de Fundación PH15 para las Artes, liderada por Moira Rubio, que brinda cursos de fotografía para jóvenes en el barrio Ciudad Oculta, un asentamiento marginal de Buenos Aires.
"El objetivo no es que todos se conviertan en fotógrafos, sino que la idea es mostrarles que pueden, que pueden ser reconocidos como artistas, como personas, y no ser discriminados", explicó Rubio.
Otro de los ejemplos relevados es el de la Federación de Entidades No Gubernamentales de Niños y Adolescentes de Mendoza. Allí, Patricia Spoliansky explica cómo fue que lograron incidir para conseguir cambios.
"Nos empezamos a juntar para tratar de impactar en el diseño de políticas públicas. Para ver cómo hacíamos para que el Estado nos escuchara. Conseguimos algunos proyectos de atención a la infancia y logramos que se incorpore la representación de las organizaciones sociales en el Consejo Provincial de la Niñez", relató Spoliansky.
Otra que cuenta su experiencia es Marta Vitta, presidenta de la Fundación Síntesis de Rosario, que comenzó trabajando en temas de mujer y luego en el desarrollo de programas de economía social.
"Yo trabajé mucho coordinando grupos de mujeres y siempre había un cuello de botella en lo económico. Por ejemplo, para una mujer golpeada, el primer trabajo es desnaturalizar la violencia. Pero después la economía es fundamental para modificar la situación. Había un montón de mujeres que no tenían como sobrevivir", comentó.
Fue entonces que su organización resolvió articular sus objetivos con una propuesta del Ministerio de Desarrollo Social de financiar un banco social para avanzar en planes de desarrollo de microempresas.
La investigación remarca que hay temas recurrentes en las entrevistas. Uno es la importancia de crear vínculos que les permitan un mejor acceso al financiamiento, al asesoramiento profesional o a incidir mejor en lo público con sus intereses.
También hay preocupación en casi todas por la forma en que se tejen las relaciones con las instituciones públicas, de modo de obtener el máximo de beneficio, si es necesario mediante una gestión bipartita, pero sin perder autonomía.
Finalmente señalan que en algunos casos, el liderazgo social tiene costos ocultos por la necesidad de articular entre las responsabilidades hogareñas, el trabajo remunerado al que no siempre se puede renunciar y la participación comunitaria.
domingo, 24 de abril de 2011
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